Entrevista Nengumbi con Paul Byrne

Buenos Aires, Argentina Diciembre 2009

sábado, 27 de junio de 2009

Racismo y victimización en el INADI

Volviendo a mi casa el jueves 18 de junio, abrí el último “Barcelona” (periódico bisemanal que aborda temáticas sociales y políticas con cierto sarcasmo), y ahí descubrí un artículo titulado: “El INADI investiga a un hombre que se niega a acosar sexualmente en Florencio Varela – Acusan de discriminador al violador serial que sólo ataca en los barrios de Núñez y Caballito”, y un poco abajo está la alusión irónica a la “usual celeridad del organismo anti-discriminador”. Desde luego, el titulo es provocador, pero lo leí entonces con humor, dado que soy amante del dicho que el humorista francés Pierre Desproges nos dejó “nos podemos reír de todo, pero no con todo el mundo”.
Sin embargo, una visita en el INADI fue suficiente para que entienda mejor las críticas que le dirigen a este instituto nacional.

Siendo yo estudiante francesa en Relaciones Internacionales, apasionada por la problemática migratoria, precisamente fui al día siguiente al INADI, con el fin de familiarizarme con la principal institución oficial encargada de la lucha contra el racismo, la xenofobia, y la discriminación en Argentina. Fue verdaderamente decepcionante mi visita, porque paradójicamente me encontré con un ejemplo más que claro de racismo, en el lugar menos imaginado.

Asistí al lugar, para presenciar una reunión de unos portavoces de asociaciones implicadas en la defensa de los derechos de comunidades afros y africanas locales. De hecho, solo pude escuchar un instante muy corto de esa reunión, ya que decidí retirarme cuando oí decir a uno de los delegados: “Los blancos no tienen legitimidad para votar durante esta sesión”.

Aunque no me apuntara directamente, el mensaje fue claro: yo, pequeña blanquita, no tenía el derecho de formar parte del debate sobre las comunidades afros en Argentina (INADI) ni de sentirme solidaria o capaz de colaborar con la lucha de los africanos o descendientes de africanos. Con esa carita de “toubab”, lo que conozco sobre el tema migratorio o sobre las dificultades vividas por los inmigrantes o descendientes de inmigrantes en Argentina y en mis dos países de origen no tienen ninguna relevancia acá. La causa de los afros y africanos en Argentina no tiene nada en común con las demás causas.

Esas son unas de las confusiones posibles que implica tal intención de considerar únicamente el color de la piel. El debate esta condenado al aislamiento, y a la asfixia por esos especialistas.

¡Si vamos un poco más allá en esa dirección, entonces hace falta determinar para cada miembro de la reunión el porcentaje de “negritud” que alcanzan, con el fin de saber quién en la asamblea puede expresarse y decidir mejor que el otro!. Pero tengo que admitir que siendo una pequeña “toubab” que ha vivido entre dos países de Europa de mayoría blanca, muy pocas veces conocí ese sentimiento de ser discriminada por el color de mi piel. Que me haya marcado en un lugar oficialmente dedicado a la lucha contra el racismo y la discriminación, ¿no tiene algo de ironía?.


Esa actitud resulta de la ignorancia, y al mismo tiempo la alimenta. Si para mi el Africano es negro, y es sólo negro, entonces pienso de manera simétrica que el Argentino es blanco. Esta semana he visto a un bebe de seis meses con padres senegaleses. El nació en Argentina y se podría sentir más argentino que el Che, a pesar de su color café. No creo que tales instituciones lo puedan defender algún día, dado que están encabezadas por personas que generan la exclusión.

Participar o informarse sobre las luchas que nos conciernen indirectamente no tiene nada que ver con la compasión. Compadecer significa “sufrir con alguien”, hacer suyo el sufrimiento del otro y desviar la atención de lo que realmente importa, que es la lucha contra la discriminación. De la misma forma, presentarse como víctima exclusiva de una situación, ¿no significa al fin y al cabo tratar con compasión al que se ubica dentro del grupo, y tratar de despreciar al que se queda afuera? Al nivel de la lucha colectiva, excluir a alguien es lo mismo que apropiarse de esa lucha sin tener en cuenta todas las implicaciones externas que puede tener. La discriminación se crea excluyendo, y peor si es en base de un criterio tan débil y estéril que el del color de la piel.

De manera más concreta, el mismo contenido de las actividades del INADI me sorprendió desagradablemente: ¿qué espacio tienen los principales interesados, los inmigrantes, extranjeros o ciudadanos argentinos víctimas de racismo? ¿Son suficientes unas horas semanales para recibir todas sus quejas e inquietudes? ¿Cómo en reuniones parcialmente dedicadas a criticar el trabajo de otros voluntarios permitirían trabajar sobre los proyectos de integración para los cuales, supuestamente, se reciben los fondos gubernamentales? Y como consecuencia, no es sorprendente que las personas en dificultad no se sientan particularmente apoyadas por las actividades del INADI, y que vayan a buscar ayuda a otras entidades.

Si se ven un poco estrictos mis comentarios, será porque los escribí con la sinceridad e ingenuidad que caracteriza mi juventud, y determinada por un sentimiento que comparten ciertamente muchos argentinos: la desilusión y desolación.


Masha Dujmovic
Estudiante de Relaciones Internacionales y Sociología.

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