Entrevista Nengumbi con Paul Byrne

Buenos Aires, Argentina Diciembre 2009

jueves, 30 de julio de 2009

LANZAN LÍNEA TELEFÓNICA PARA INFORMAR SOBRE ABORTO CON MEDICAMENTOS

El evento se realizará el jueves 30 de Julio de 2009, a las 17:00hs en el Centro Cultural y Social Archibrazo

Mario Bravo 437

Según el Ministerio de Salud de la Nación, el 60% de las embarazadas argentinas no planificó su embarazo. En el país se realizan alrededor de 500.000 abortos por año, en su mayoría clandestinamente. Ingresan a los hospitales públicos 68.000 mujeres por complicaciones post aborto. De ellas, mueren cada año alrededor de 100. Hace años, la principal causa de muerte de embarazadas en el país deriva de las prácticas abortivas inseguras. Entre las mujeres que interrumpieron su embarazo, la búsqueda de atención médica ante las señales de alarma percibidas estuvo demorada. Según el Ministerio de Salud de la Nación, esta demora puede explicarse por el estigma asociado al aborto clandestino. En otras palabras, estas muertes son evitables poniendo información sobre aborto seguro en manos de las mujeres.

El uso de medicamentos para realizar abortos seguros lleva más de veinte años como práctica establecida y es recomendada por la Organización Mundial de la Salud y otros organismos por su eficacia y bajo riesgo de muerte y complicaciones cuando se realiza con el método correcto. El método para abortar con el medicamento misoprostol es recomendado por la Organización Mundial de la Salud como un método seguro para abortar hasta las 12 semanas de embarazo sin internación y sin riesgos, con mínimo control médico posterior, igual al necesario frente a un aborto espontáneo. Muchas mujeres no saben que este método existe. Las que saben, suelen obtener información confusa e incompleta.

La información del método para abortar con misoprostol está disponible en organizaciones especializadas, y es brindada por el estado incluso en países donde el aborto está restringido, principalmente por internet. En Argentina, 6 de cada 10 cajas de misoprostol se venden sin cumplir el requisito de receta archivada. Esto indica, entre otras cosas, que nadie puede monopolizar el conocimiento, y que las mujeres decidimos sobre nuestra vida y nuestro cuerpo. Pero también muestra que la prohibición del aborto y la clandestinidad a que se nos obliga ponen en marcha un mecanismo selectivo de desinformación, que perjudica especialmente a mujeres y niñas pobres, jóvenes, excluidas, víctimas de formas graves de violencia de género, quienes ven vulnerado su derecho a acceder a información que salva vidas.

El objetivo de la línea telefónica Aborto, más información, menos riesgos es democratizar el acceso a la información sobre el método correcto para aborto seguro con misoprostol. Esta información, compilada y publicada por la Organización Mundial de la Salud y la Federación Latinoamericana de Sociedades de Obstetricia y Ginecología, entre otros organismos, tiene como objetivo prevenir la muerte y daños a la salud causadas por abortos inseguros, realizados en la clandestinidad. Este proyecto es parte de un trabajo compartido con activistas de Ecuador y Chile y será llevado adelante en Argentina por la articulación Lesbianas y feministas por la descriminalización del aborto. Contamos con el apoyo de la ONG Women on Waves (Holanda), XminY y diversas organizaciones políticas y sociales locales.

¡NI UNA MUERTA MÁS POR ABORTO CLANDESTINO!

Aborto. Tu decisión. Informate: (011) 156 664 7070


Luego de la presentación, a las 19 hs. acción callejera en Corrientes y Callao en el marco de la lucha por la legalización y despenalización del aborto.

Para más información de prensa contactarse a: 15 57 37 9584 o a masinformacion.
menosriesgos@yahoo.com.ar

sábado, 25 de julio de 2009

La Educación: Herramienta de lucha y de cambio

A través de varias investigaciones y publicaciones se pudo comprobar y demostrar que los africanos, afrodescendientes, solicitantes de refugios y refugiados africanos/as residentes en la República Argentina son víctima de la política estatal de la invisibilización de los negros y del racismo constitucional, institucional, cultural y estructurada en esta sociedad.

Sin lugar a dudas, esta política culmina en la violación sistemática y permanente de los derechos fundamentales de este grupo de personas por parte del estado argentino por intermedio sus distintos organismos e instituciones. Las víctimas de esta política se ven mayormente victimizados en el ejercicio y goce de sus derechos civiles, sociales, políticos, culturales y económicos, siendo al acceso un trabajo dingo, a la educación, vivienda digna y el acceso salud los principales derechos violados. Esta política que remonta de la época de J. B. Alberdi, Faustino Sarmiento, José ingeniero y otros líderes de la clase política argentina, es la que llevó a la desaparición forzosa o mejor dicho la aniquilación de las primeras generaciones de los negros en Argentina.

La permanencia de las prácticas racistas en esta sociedad es también el resultado de una política educativa que se encargó de transmitir las filosofías racistas de los procedes del país de generación a generación hasta llegar a la generación actual, de tal modo que la reproducción de discursos, lenguajes, gestos y prácticas racistas se ha naturalizado en la vida cotidiana en la sociedad argentina de hoy, como lo fue también en la sociedad argentina de ayer.

Lo llamativo en este contexto es que se ha naturalizado todo el patrimonio africano en este país sin reconocer su origen africano, y se ha extranjerizado al africano. Se considera que todo negro que anda por las calles de Buenos Aires, o del interior del país es extranjero. A esto se debe la pregunta que forma parte del interrogatorio permanente por el que pasan los afrodescendientes (afro Argentina, afro uruguayo, afrobrasileños, afrovenezuelano, afroamericano, etc) y africanos en Argentina. ¿Cuál es esa pregunta? ¿De donde sos? ¿Qué dirían los afro-argentinos descendientes de esclavizados africanos en este país frente a esta pregunta? ¿Con qué comodidad contestarían la misma? En las calles se considera que todos los negros que viven en Argentina son de brasil, y no es así.

Partiendo de la lógica y la filosofía que el racismo y la discriminación prevaleciente en Argentina fueron productos del pensamiento y obras de los procedes de esta Patria, es lógica concluir que la erradicación de este vicio en nuestra sociedad debería también ser el resultado de la intervención permanente de la clase política de hoy. Por clase política me refiero a todos los poderes en una sociedad democráticamente organizada tal es el caso para al Argentina. Lamentablemente, hasta el día de hoy, no hay indicio que dicha clase se haya realmente preocupado en revertir esta situación.

Los registros históricos han demostrado que en la mayoría de los casos, los grandes cambios siempre fueron el resultado de las reivindicaciones de la sociedad civil. Las comunidades africanas en Argentina no pueden escapar a esta lógica ya que no existe la voluntad política respecto a esta lucha. Frente a la necesidad imperiosa de alcanzar la visibilidad de los negros en Argentina es imprescindible que las distintas organizaciones Afro tomen conciencia de la necesidad de trabajar juntas y en harmonía para generar la presión requerida para que la clase política argentina tome carta en este asunto. El cambio que se necesita no será producto de una magia, nunca lo fue en ninguna sociedad, menos en la “Norte Americana” que tiene en la actualidad un presidente “Afro”, el Sr. Barak Obama.

La herramienta clave en cualquier tipo de lucha de liberación es la educación. Mediante esta herramienta se hace la difusión de la problemática, se conscientiza a los interesados, se convocan encuentros de trabajos para analizar la problemática, se determina los objetivos de la lucha, se planifica la estrategia de lucha y la implementación del plan de acción, etc. Cualquier tipo de lucha requiere el involucramiento, la organización, la determinación, la destreza y la perseverancia de las víctimas hasta que se alcance los resultados deseados.

Es en este contexto que los representantes del Instituto Argentino para la Diversidad, Igualdad e Integración, La Fundación Ciudadanos del Mundo y la Casa Senegalesa acompañados por Dr. Roberto Guillermo Bello (Procurador y Abogado) y Sr. Mario Vega participaron en un programa radial el viernes pasado de la 23 horas a la media noche para difundir la problemáticas de los africanos en Argentina. En la mayoría de los casos, se trata de ciudadanos africanos, inmigrantes, refugiados o solicitantes de refugio víctimas de prácticas racistas en esta sociedad por parte de las autoridades, ciudadano común, instituciones gobernementales y nogobermentales. Estas prácticas impiden su inserción social, profesional y laboral en el país. Como consecuencia de ello, mucho de ellos, a pesar de su formación profesional y/o académica se ven obligado a ejercer la profesión de vendedor ambulante donde se exponen a apremios ilegales, arrestaciones arbitrarias, secuestros de sus mercaderías y prácticas racistas por partes integrantes de la Policía Federal Argentina y del Ministerio Público Fiscal.

Para fortalecer esta lucha, considero esencial e imprescindible que las comunidades afro en Argentina deben pensar en la creación de una plataforma que le permita alcanzar una unidad en la diversidad sin que cada una de ellas pierda su identidad, ni su autonomía de gestión y organización. Esto es casi una reflexión que propongo para que las distintas organizaciones afro operando en este país empiecen a trabajar juntas y en harmonía para atacar a un enemigo que nos es común a todos, es decir, la Política Estatal de la invisibilización del racismo y de los negros en Argentina.

Por: Nengumbi Celestin Sukama
Presidente - IARPIDI
iarpidi@gmail.com

domingo, 19 de julio de 2009

MOVIMIENTO AFROCULTURAL CONVOCA

MIERCOLES 22 Y JUEVES 23 A LAS 12HS.


NOS CONCENTRAMOS EN LA PUERTA DEL MINISTERIO DE CULTURA DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

AV. DE MAYO 575

Para defender la cultura, por un espacio para el movimento afrocultural. Contra la falta de compromiso por parte de los funcionarios del Gobierno. Nos juntamos a exspresar nuestro reclamo con Candombe, Capoeira, Danza y tambores.

Esperamos que te sumes a nuestra lucha


MOVIMIENTO AFROCULTURAL BONGA

Info

grupoliberacion@gmail.com

http://movimientoafrocultural.blogspot.com/



Los esperamos a todos y todas y agradecemos su difusión.

martes, 14 de julio de 2009

El Desafío del exilio

A los 16 años, Djamel subió a un barco chino. La tripulación lo descubrió en alta mar, así que ya no había forma de devolverlo. Tenía cara de niño y se comunicaba en un inglés mezclado con parte de las 500 lenguas que se hablan en Nigeria, su país de origen. Un mes después desembarcó en Argentina, en el puerto de San Lorenzo. No está muy claro cómo llegó hasta Buenos Aires. Él dice que se tomó un taxi, pero otras versiones indican que algunos africanos que también venían de polizontes o la misma prefectura lo ayudó a viajar hasta la capital. Lo cierto es que apareció en San Telmo. Y que allí se quedó.

Antes de subir al barco, en su país Djamel estuvo en un campo de prisioneros. La historia es bastante clásica en la zona: la guerrilla del Niger Delta People’s Volunteer Force secuestró a toda familia para que su padre, un abogado ligado al gobierno, se pasara a sus filas. El hombre no quería saber nada y uno de los guerrilleros le vació un cargador en la cabeza delante de Djamel y su madre. Él nunca me narró la escena completa, pero alcanza con saber algunos detalles para darse una idea.

Los milicianos del Volunteer Force parecen personajes de una película de acción clase B. Las fotos los muestran como a tipos musculosos con remeras sin mangas, ristras de balas en bandolera y ametralladoras portátiles. Algunos usan pasamontañas de los que sobresalen sus labios gruesos y los ojos inyectados en sangre. Se financian con el secuestro de barcos de petroleros: lo hacen tan bien, que las empresas como Shell los consideran en sus balances. Pero quizás eso sea apenas un detalle para esta historia: sea lo que esa, un padre es siempre un padre, aquí y en cualquier parte. Da igual que lo mate a dentelladas la peor pandilla del mundo o que le practiquen una eutanasia en una clínica privada de suiza. Siempre va a doler. Después del asesinato, Djamel y su madre decidieron escapar. Al anochecer se internaron en el bosque junto a otros prisioneros. Corrieron con todas sus fuerzas hasta que los guerrilleros les cortaron el paso a tiros. Allí, algunos aprendieron que en medio de la desesperación ya no importa ni el aire ni el cansancio. De esta parte conozco algunos detalles: zumbaban las balas, se escuchaban gritos y estaba oscuro, tan oscuro que el fondo blanco de los ojos brillaban como fantasmas del miedo. En algún momento, Djamel perdió el rastro de su madre. Jamás la volvió a ver. La esperó. Fue un tiempo largo. Nunca me lo dijo, pero estoy seguro de que en algún lugar de su alma pensó si había actuado bien, si no tendría que haber retrocedido para rescatarla, si no tendría que haberse quedado pegado a ella para cuidarla en medio de los tiros. Desde que aquel guerrillero le había disparado en la cabeza a su padre, él era el hombre de la familia, o de lo que alguna vez había sido una familia. Sé que dentro suyo trabajó una culpa machista, una de esas culpas horribles que ni siquiera se pueden nombrar.

Djamel intentó volver a su casa, pero los guerrilleros la tenían en su poder. Se escondió en lo de un amigo de la infancia y allí también se sintió vigilado. Era un niño asustado y estaba solo. Decidió que era mejor partir, cruzar el océano, empezar de nuevo lo más lejos posible. En el barco, camino a un país del que no sabía nada, descubrió el hambre por primera vez. A mi me lo presentaron un año después. Tenía que seguirlo y retratar su vida cotidiana para una campaña de concientización a favor de los refugiados. Al principio me pareció lo que es: un pibe de 18 años que las pasó todas y que no por eso dejó de ser un adolescente en busca de su lugar en el mundo. Él quería ser diferente. Los africanos en Buenos Aires se organizan y se ayudan unos a otros para sobrevivir: como a la mayoría no le queda otra opción que trabajar de vendedores ambulantes, se cuidan entre ellos y en los hoteles se turnan para cocinar. Si dos africanos se cruzan en la calle de siempre se saludan, a veces con un imperceptible movimiento de la cabeza. Djamel participaba de esos intercambios y compartía la comida, pero se negaba a trabajar en la calle. “Yo quiero algo mejor para mí, papá”, me decía siempre. “Voy a cantar. Tengo estilo, todos me van a conocer”. El tipo se la creía de verdad: caminaba como si la vida fuese un baile, y cuando se reía a carcajadas dejaba ver su dentadura de marfil sin fisuras.

Todo el tiempo hablaba de lo famoso que iba a ser cuando la gente conociera su talento. “Acá, papá-solía decir-hay poca oportunidad para los negros, pero yo voy a triunfar. Voy a grabar mi disco y voy ganar mucho dinero”. Mientras tanto, disfrutaba y sufría con su cuerpo. Hacía 50 flexiones de brazos todas las mañanas y cuando podía mostraba sus abdominales, que eran como las tablas de lavar ropa que usaba mi abuela. Con las mujeres le iba bien, pero también hombres lo miraban con deseo, curiosidad o desprecios. Nunca logré descifrar del todo las miradas masculinas sobre él, pero a Djamel lo ponía furioso. Era capaz de ponerse a gritar “puto, puto, puto” en medio de la calle si se le acercaba alguien amanerado o si lo miraban de más. En mi país, decía con furia, todo esto no existe. Ser puto está prohíbido. Son el demonio, los hijos de satanás. Alla los matan, papá. Verlo enojado me daba un poco de miedo.

Siempre repetía que se iba a mudar a Santa Cruz. Djamel calculaba que allí no había negros, y que entonces podía convertirse en una celebridad. No sé de donde lo había sacado. A veces decía que de pequeño, en su país, veía imágenes del Glaciar Perito Moreno y que había venido a Buenos Aires pensando que iba a estar cerca de allí. A mí me parecía poco probable, pero me dejé ganar cuando me dijo que el hielo limpiaba el corazón de los negros. Cada uno tiene sus mambos privados. Ese día, Djamel me convenció de que el suyo estaba bien. Y decidí hacer algo al respecto.

Si vieron Mala Noche me van a entender. Es la primea película que filmó Gus Van Sant, y narra la historia de un yanqui que trabaja de cajero de una estación de servicios en Los Angeles. Un día entra a comprar un mexicano hermoso que debe ser unos diez años menor que él. El cajero se enamora de su cliente, pero no pueden cruzar palabra. El mexicano se ríe de la situación: conocí a un pinche puto, le dice a sus amigos, y entre todos van a usarle el auto, le vacían la heladera y cada tanto le dan un poco de carne latina. La película termina con el gringo que pasa por una calle y mira a los mexicanos que siguen su vida como si nada. Mala noche no es tanto una película de amor sino sobre la imposibilidad de que un anglosajón de 30 años salte por encima de su cultura y se comunique con un latino de 18. Es una película sobre la tristeza de un tipo al que se le acabó la juventud y que no tiene posibilidades de cambiarlo.

Cuando empezó lo del Perito Moreno protagonicé mi propia Mala Noche: me convertí en el gringo resignado a no poder comunicarse con el niño bonito. Djamel parecía saberlo, y se comportaba conmigo como una especie de taxi boy. Intentaba seducirme, me mentía un poco y trataba de sacar ventaja. Lo más triste para los que observaban la situación era que yo era consciente de todo y lo dejaba actuar con impunidad. Algunos amigos pensaban que me había enamorado de él. Otros, los que me conocen más, sabían que no era así: para contar su vida necesitaba
acercarme. Y lo estaba haciendo de verdad.

Lo del glaciar se tornó raro. Todas las historias que me contaba sobre el tema terminaban en la mitad. Todas tenían algún punto oscuro, baches en el argumento que sólo podía llenar con mis suposiciones. Un día me dijo que su padre le había mostrado fotos de Calafate. Otro, que había visto el hielo por televisión cuando era niño. A veces mezclaba las dos historias: que lo había visto por televisión con su padre, o que era el viejo el que soñaba con mudarse para allá. Como Djamel no habla bien castellano, yo me autoengañaba diciendo que todo era un problema de traducción. También construí teorías para hacerme el que lo entendía. Al final, me quedé con eso de que “el hielo limpia el corazón de los negros”, y asumí que todo lo demás era accesorio.

Conseguí los pasajes y nos fuimos para allá. Me sentía una especie de Julian Weich cumpliendo el sueño del participante número 1, pero también tenía muchos argumentos a mi favor. No soy Mc Fly, y puedo intervenir en el curso de los acontecimientos.

Llegamos a Calafate. La historia del refugiado soñador había movilizado a mis amigos, y teníamos entrevistas para que Djamel consiguiese un trabajo y se mudara allá. Todos suponían que lo mejor era buscar por el lado de la industria hotelera: aprovechar su simpatía para conseguir un puesto en alguno de los tantos hoteles que atienden turistas extranjeros. La estrategia era dar a conocer su historia en la radio y mover algunos contactos en el pueblo.

Fuimos a Radio Nacional. Contaron su historia y lo presentaron para que diga lo suyo. Pero Djamel no pidió trabajo. Se puso en el papel de rapero e hizo un discurso sobre el hip hop y su estilo elegante. Prometió que iba a quedarse allí para enseñarle a todos lo que era el verdadero hip hop gansssta, dijo que la west cost había llegado hasta el sur para quedarse y que él, con todo su flow, iba a dar vuelta Santa Cruz. Durante un segundo pensé en asesinarlo allí mismo, pero después entendí. Djamel es todavía un niño, y en algún punto era sano que tire por la borda mis planes neuróticos y ponga sus sueños sobre la mesa.

Desde ese momento supe que la primer parte del plan -ayudarlo a quedarse- era un fracaso. Todavía me quedaba el punto 2: usar el hielo para limpiarle el corazón. Nos colamos en una excursión con europeos que habían pagado cientos de euros para caminar sobre el glaciar. Subimos un barco que cruza lago argentino y antes de zarpar ya sentí las miradas clavadas en nosotros. Para el resto de los turistas eramos una pareja rara: un africano de 18 años con un tipo de 30 y pico que no paraba de sacarle fotos. Escuché algunos comentarios en voz baja: algunos chistes bobos y otros de envidia, muchos tan racistas como los que Djamel escucha todos los días. La mayoría de nuestros compañeros de excursión pensaban que yo era un loco millonario que había traído a un pibe africano para intentar seducirlo. Por suerte, Djamel no se daba cuenta nada.

En el glaciar nos pusieron unas raquetas y nos llevaron a caminar por el hielo. Fue una experiencia linda, pero no me emocionó: había un montón de gringos y gallegos jubilados diciendo tonterías. La escena de tomar whisky con hielos continentales me pareció el sumum del hedonismo para oficinistas. Pero Djamel estaba contento: tomó agua del glaciar, juntó algunas piedras y se sacó fotos con los guías de turismo. Desde el punto de vista de mi tarea -retratar su vida- fue todo un fracaso, y la verdad que después de su actuación en la radio había desistido de ayudarlo a conseguir un trabajo. Me quedaba el consuelo de haberle limpiado el corazón. La verdad es que yo no lo veía cambiado, pero él decía que le había hecho bien. Los dos volvimos a Buenos Aires muertos de sueño y con la sensación de haber terminado una etapa. Yo había hecho mi parte del trabajo y me parecía que merecíamos darle un cierre. Le propuse encontrarnos una vez más y hacer una ceremonia final: una entrevista formal, con grabador y todo, para que me contara algunos detalles de su vida que todavía no tenía claros.

El día que nos volvimos a ver para la entrevista, él sonreía con esa risa elegante que tienen los negros, y que parece brotar de todo el cuerpo. Le pregunté que le pasaba y me dijo que no lo iba a poder creer, que cuando me contara yo también iba a llorar y reír al mismo tiempo. Fuimos a su habitación. Él se acostó en la cama y yo me senté en una silla. Habló durante una hora, sin despegar los ojos del techo. En algún momento lloró con lágrimas que patinaban sobre su cara inmóvil y se perdían en las sábanas. Imaginé que eran esas lágrimas de vaselina que lloran los santos de las iglesias. Ayudó que el tipo las ignoraba: durante todo su relato no sacó los ojos del techo. Allí, entendí, proyectaban la película de su alucinación.

No voy a contar todos los detalles de lo que me dijo esa noche. En su relato había prostitutas dominicanas de Once, mozos de un bar de Congreso, una pareja enojada en el Abasto, un policía que le tuvo lástima en San Cristobal y una mujer que gritó cuando él la quiso abrazar al final de ese recorrido, casi en San Telmo. Durante todo el trayecto, Djamel escuchó una voz, algo que le decía que al más mínimo detalle iba a morir: si se le paraba el pito en Once, si apoyaba el vaso en la mesa del bar, si soltaba a ese policía al que se le prendió como garrapata, o si no abrazaba a esa mujer que se le cruzó en la calle. Hacer o dejar de hacer esas cosas, le decía la voz, era motivo para que su vida terminara de inmediato. Cada tanto Djamel intentaba echarla a gritos, pero la voz no se iba. Cuando llegó al bar del frente de su hotel, ya se había meado encima, así que subió a su casa a cambiarse y volvió para ver si se tranquilizaba un poco.

En el bar, desde adentro de una pared apareció un tipo que lo llamó por su nombre. Le dijo que quería hablar con él y salieron a la calle. El tipo tenía barba y pelo largo. Soy un angel, le dijo a Djamel. Vengo a decirte que tu madre está con Dios. Djamel empezó a llorar –en ese momento y en su relato- y se quedó sin palabras. Después se puso a bailar de alegría. Los patovicas del bar -dos merqueros insoportables- no lo querían dejar entrar de vuelta porque pensaban que estaba loco, pero a él no le importo nada. Me preguntó si le creía. Supongo que los 18 años uno necesita encontrar ciertas respuestas, y que él había logrado resolver lo de su madre de esa manera. Así que le creí. Te creo, le dije: como no te voy a creer. Ahora tenés que preocuparte por ser feliz. Él me dijo que sí. Quedamos en encontrarnos tres días después. Todavía faltaba que me contara los detalles de la historia que yo quería escribir.

Los dos sabíamos que nuestro próximo encuentro podía ser el último. Lo invité a cenar. Fuimos a un bar y pedí la carta. Mientras esperábamos bajó la mirada y habló con vos ronca, como cada vez que sentía vergüenza. “No puedo contarte mi historia, papá”, dijo, “después de lo que pasó el otro día fui a la iglesia y me bautizaron. Ahora soy una persona nueva. No voy a hablar de mi pasado”.

Me bajó la presión. De verdad. Supuse que buscaba una forma de retenerme, de que siga orbitando a su alrededor. Pero yo soy un neurótico decidido, y me siento capaz de cortar el cable si hace falta. Este no me iba a ganar. “Entonces”, le dije, “lo nuestro terminó”. Djamel bajó la vista. Suspendí la cena y le dije que me tenía que ir, que tenía otras cosas que hacer. Nos despedimos en una esquina. Antes de irme le repetí que si llegaba a necesitar algo me podía llamar, pero que de mi parte el trabajo había terminado. Al rato me mandó un mensaje al celular. Todo bien, te pido disculpas, papá. Todo bien, le respondí yo. Si necesitas algo llamame. Sentía que nuestro vínculo se había cortado de forma violenta. Estaba mareado.

Un tiempo después publiqué una nota en una revista del interior. Hablaba sobre la situación de los refugiados en Argentina y hacía incapié en él. A los pocos días me escribió una mujer que quería invitar a Djamel a pasar la navidad con su familia. Me intenté comunicar con él para ver que le parecía, pero su teléfono estaba apagado. En Enero comenzaron mis de vacaciones y olvidé el asunto.

Pero hace dos semanas recibí el llamado con la noticia. Djamel estaba preso e internado en el Borda, las dos cosas a la vez. Su abogado me proponía que lo fuera a visitar. Al parecer había tenido un incidente con una mujer en la calle. Cuando lo llevaron preso se desnudó y empezó a rezar a los gritos. Unos días antes lo habían expulsado de su hotel por acusar a la dueña de ser un vampiro. La mujer, me contó el propio Djamel después, no lo dejaba cantar junto al coro de ángeles con los que compartía la habitación. Por eso él, para proteger sus cosas de la influencia maligna, había meado las paredes y los pasillos del lugar.

Djamel había sufrido el brote más importante el día de su cumpleaños número 19. Ese día dejaba de recibir la poquísima ayuda que otorgan los organismos que protegen a los menores refugiados y, a ojos de la ley, se convertía en un adulto. Hasta ese momento alguien garantizaba su hotel y 100 pesos para comida mensual. De las mismas manos había llegado, como respuesta a su inquietud de estudiar ingeniería, una beca para hacer un curso de mecánica automotriz. Ahora ya no le quedaba ni eso. Sus conocidos especularon bastante: algunos dijeron que era una forma violenta de llamar la atención. Otros, una consecuencia de no haber resuelto bien la historia de su madre. A mí me explicaron que la psicosis es una bomba de tiempo que uno lleva adentro, como un alien, y que puede explotar por cualquier excusa.

Sus primeros días en el hospital fueron complicados. Le tocó compartir el pabellón con un boxeador merquero que le había pegado a cada uno de sus compañeros y que pensaba que Djamel era pariente de Mick Tyson. Todos querían ver una pelea entre ambos. El boxeador porque se sentía amenazado, los demás pacientes porque pensaban que Djamel iba a hacer justicia en nombre de ellos, y los guardias para tener un poco de diversión. No se si fue casualidad u otro de sus actos de narcisismo, pero Djamel soportó el acoso durante dos o tres días, y eligió el momento exacto de mi visita para agarrarse a piñas.

Estábamos en el comedor y el tipo apareció en slip, con cara de sacado. Era un típico pulenta argentino, matón y merquero, con un poco de buzarda y pelos arriba de la cintura. Bailoteó como barra brava alrededor de las mesas y empujó un par de sillas. “Con vos está todo picante -decía- vas a cobrar, neeegro”. Todo el pabellón miraba. Djamel tardó en pararse. Cuando lo hizo le clavó los ojos, se puso en guardia, se acercó de frente y le pego diez trompradas en la cabeza, una atrás de la otra. El boxeador no aguantó ni diez segundos. Intentó volver a plantarse, pero los guardias se lo llevaron con la cara arruinada. Djamel se puso la remera y se volvió a sentar conmigo. Todos los loquitos del pabellón, desde el primero al último, vinieron a abrazarlo y a darle las gracias. Yo me quería ir, pero tuve que quedarme para hacer el papel de amigo contenedor, así que me lo llevé a dar una vuelta por el hospital.

En los hospitales psiquiátricos hay un ambiente semi tumbero, quizás porque igual que las cárceles y el resto de los hospitales públicos, son depósitos de pobres. La diferencia son las pastillas que se toman, y el tipo de dolor que se siente. En el Borda hay un fenómeno que se llama hospitalización: te empezás a acostumbrar a estar ahí y no podés salir más. Está lleno de tipos que tienen 20 o 30 años de internación, y que no podrían sobrevivir ni un segundo afuera del hospital. Yo tenía miedo de que ese virus atrape a Dajmel.

Una semana después, cuando volví a visitarlo, me acompañó hasta la salida y dijo que quería contarme sobre unas piedras que había traído de Santa Cruz y que ahora buscaba en el hospital. A una de ellas la había encontrado incrustada en la pared de un baño, y ahora estaba a la caza de la otra. Me imaginé a los psiquiatras intentando entender toda la historia en su castellano precario y tuve ganas de llorar, pero no dije nada. Me enseñaron que hay que aprender a convivir con la
alucinación; nunca desmentirla ni alentarla, sino tratar de que el alucinado se relaje y pueda vivir con ello.

Por suerte, él no parece consciente de nada: opina que todo es una gran confusión culpa de nuestra cultura racista, y que en Nigeria hubiesen festejado su diálogo con la divinidad. Aquí, en cambio, la cosa es difícil. Si las familias suelen abandonar a los psicóticos, ¿quién se va a hacer cargo de uno que no tiene a nadie en el mundo?. Yo a veces me siento un poco responsable por él, como un hermano mayor con cierto espíritu maternal. En la última visita le llevé sábanas, jabón y un reproductor de mp3. Lo mío con Djamel fue todo un fracaso. Nunca logré contar la historia que me habían pedido, sino esa que narro ahora.

Por: Sebastian Hacher
Periodista
sebastian.hacher@gmail.com

viernes, 10 de julio de 2009

EL MOVIMIENTO AFROCULTURAL DENUNCIA EL RACISMO DEL GOBIERNO DE MACRI.

Racistas Incompetentes

“Bueno, no voy a decir que me abanique un negro porque quedaría mal”,fue la frase con la que el Ministro de Cultura de la CABA, Hernán Lombardi, despidió al Movimiento Afrocultural, luego de prometernosque el siguiente lunes -4 de mayo- nos mudaríamos o bien al edificiode Puente Alsina o al Centro Cultural Defensa, en Defensa 535.

El Movimiento Afrocultural es un quilombo urbano. Una comunidadinterracial inclusivamente conformada por personas afrodescendientes yde pueblos originarios y blancas y mestizas, cuyos denominadorescomunes son lazos familiares y culturales. Pero la mezcla racial,cultural y familiar cuesta cara en Argentina, en Buenos Aires.

A José Delfín lo asesinó la policía en 1996. A Ñamandú y a Irú,sobrino y tío, alumno y maestro en la luthería de instrumentosafro-originarios, la policía los para por la calle, cotidianamente,aún a metros de su propia casa, en el quilombo de Herrera 313. A Fer,profesor de capoeira angola y coordinador del área de legales, lo detuvieron varias veces en la calle, la última en Córdoba, cuando participaba de una Feria de los Pueblos; ningún integrante del pueblo alemán fue detenido o tuvo incidentes con la policía en esa mismaferia. A Julia, feminista militante de La Boca, hija de religión Umbanda, que hace frente al paco, los incendios, la violencia femicida, solidariamente con sus compañeras que son todas, la procesaron por “extorsión” debido a una queja de su ex empleadora;estuvo un día detenida, dos meses procesada, en la misma comisaría hacia la que convocó a marchar frente a la impunidad por la muerte deseis niños en el incendio del Banco Italia, en Enero pasado. Y asíse podría seguir con cada una de las familias que conforman la comunidad más estrecha que sostiene al Movimiento Afrocultural.

20 de esas familias viven en el quilombo de Herrera. Este quilombo o conventillo, y todas las familias afro-originarias y el Movimiento Afrocultural, hace más de cuatro años ya que vienen resistiendo ser desalojadas, viniendo de otro desalojo, y éste de un desalojo anterior. Como confirma el Plan Nacional Contra la Discriminación junto con los Tratados Internacionales de Derechos Humanos en que se funda, la conquista de América consistió en el despojo, explotación y genocidio de los pueblos afro-originarios, práctica que se sostiene hasta hoy –entre otras- a través de la sistemática denegación del derecho a la propiedad a la que el estado y las elites someten anuestros pueblos y cada una/o de sus miembros, generación trasgeneración.

Sucede que ahora el Galpón de Herrera, abandonado allá por los noventa, queda frente al coqueto Emprendimiento MOCA, de las empresas Copelle y Caputo, S.A., que tiene su propio “centro cultural” –cuya programación está a cargo de dos simpáticas recepcionistas a falta de alguna persona con conocimientos de arte o cultura- y en la misma franja de los Hospitales Borda, Moyano y Argerich, que el GCBA planea devastar para dar lugar al proyecto de traslado de la sede del GCBA y de segregación urbana en favor de un negocio inmobiliario al estilo de Puerto Madero. Y las comunidades afro-originarias no somos parte de este negocio, no somos negocio. A los ojos de los partidos políticos, 20 familias afro no hacen número suficiente como para despertar más interés que el policial. Si bien la Legislatura Porteña por unanimidad declaró en marzo de 2008 al Movimiento Afrocultural de Interés Social y Cultural de la Ciudad, y si bien el bloque opositor apoyó un proyecto de Diana Maffía y Facundo Di Filippo para expropiar el inmueble de Herrera 313 en favor del Movimiento Afrocultural y las familias, el Pro no lo apoyó. Tampoco prosperaron las gestiones ante la ONABE, el Ministerio de Cultura de la Nación, o el INADI, que ni siquiera respondió el pedido de apoyo legal que el Movimiento solicitó para que repele el juicio de desalojo, ahora perdido en manos de Solsi,S.A., una empresa de la que nadie sabe demasiado ni da demasiada información.

Y ahora tampoco responde Lombardi, dedicado los últimos meses a aparecer con el Jefe de Gobierno en la campaña electoral y actualmente a suspender espectáculos por televisión. El ex ministro de De La Rúa, que lo acompañó en los peores momentos, como se refiere él mismo a supapel el 19 y 20 de diciembre de 2001, no cumple las órdenes del Juezque en abril le ordenó y a su colega el Ingeniero Ibañez, “asegurar un espacio para que el Movimiento Afrocultural pueda continuar desarrollando sus actividades con normalidad”. Se esconden tras las chicanas de la Procuración General de la Ciudad. No atienden el teléfono. No responden los pedidos de información que ordenó el Juez. Nos dejan esperando en la puerta, no nos reciben.

“El otro día lo esperamos en su oficina y nos pasó por adelante y se fue, como si no existiéramos”, cuenta Mónica –integrante del movimiento afrocultrual-. “Primero el ministro en persona nos ofreció mudarnos a Puente Alsina, luego al Centro Cultural Defensa, luego que firmemos un convenio sólo para el Movimiento y que trabajemos gratis para el Gobierno, bajo la dirección de Baltasar Jaramillo, su hijastro funcionario del Ministerio. Como estamos casi en la calle, igual aceptamos. Ahora nos dicen que Lombardi no tiene competencia para concretar lo que prometió”. Y Diego Bonga agrega: “Ibañez, que maneja todos los inmuebles de la Ciudad, nos recibió después de la denuncia que hicimos en contra del estado. Cuando entramos al edificio, su secretaria se asustó tanto de vernos que llamó a seguridad. En la reunión Ibañez comparó nuestra situación con la de una persona que le gusta la casa de Susana Giménez en Punta del Este y pretende ocuparla y adueñarse. Y luego la remató diciendo que él entendía, porque una vez tuvo una novia brasilera que hacía capoeira”. Esa fue la ultimavez que lo vimos, ya que incluso nunca volvió a presentarse a las audiencias judiciales a las que fue citado.

La Procuración ahora ofrece un subsidio de 20.000 pesos para el Movimiento y las 20 familias, el cual no alcanza ni para alquilar. En el colmo del absurdo, la Procuración descarga su responsabilidad diciendo que el Movimiento ya cobró el subsidio, y que si no lo cobró es porque no tiene cuit, culpa de ellxs. Culpa nuestra, que en la AFIP no nos dan el cuit porque no tenemos domicilio, justamente, de la asociación civil. Igual, culpa nuestra también que para alquilar necesitamos pagar el total del alquiler por tres años, para lo que se requieren mucho más de 20.000 pesos, porque tampoco tenemos las dos garantías en capital y recibos de sueldo que piden los propietarios,cosa que Lombardi sabe porque parte de sus ingresos provienen del alquiler de una propiedad a la Coalición Cívica. Cosa que Ibáñez sabe porque, como nos dijo, él “tampoco es propietario”, aunque “le gustaría”. Culpa nuestra, que sólo nos juntamos entre pobres, que somos pobres, que somos excluidxs. Mientras tanto, el Movimiento Afrocultural tiene suspendidas casi todas sus actividades comunitarias, dejando sin escuela cultural a 50 niñxs y jóvenes, quedando en peligro la reproducción cultural y el patrimonio social y cultural de nuestra comunidad, de interés de la Ciudad.

A las familias afro les va aún peor. En su mayoría mujeres solas con niñxs pequeñxs a su cargo, pobres y sin previsión social, quedarán en la calle frente a la total inacción estatal, a pesar de haber denunciado su situación en el INADI, el Ministerio de Desarrollo Social de la Ciudad, la Asesoría Tutelar, la Administración General de Bienes, y las Defensorías del Pueblo de Nación y de Ciudad. Frente a la trata, el abuso sexual infantil, la gripe porcina, la violencia policial, por lo menos 40 niñas, niños y jóvenes afrodescendientes quedarán en la calle, sin hogar, sin los vínculos comunitarios que les ayudan a crecer fuertes para sobrevivir a tanta, tanta violencia racista.

Frente a ellas, la excusa estatal es que existen subsidios de emergencia habitacional. Estos subsidios consisten en 700 pesos por 6 meses, extensibles cada seis meses mediante una acción judicial de amparo que hay que ganar, para lo cual hay que tener eterna representación legal que no brinda el estado a estas familias. Los subsidios suelen ser además arbitrariamente suspendidos, y para reactivarlos hay que hacer una serie de interminables trámites oiniciar nuevamente acciones judiciales. En ningún caso sonretroactivos. Exigen además que las personas sigan viviendo en capital. Con 700 pesos por mes en la CABA no puede actualmente ni alquilarse un cuarto de hotel familiar, aún en la zona sur de laciudad.

En más o menos un mes y medio, el desalojo se concreta. También se decide el caso que el Movimiento inició en contra del GCBA. Aún siganamos, sabemos que el Gobierno cuestionará la decisión y no la cumplirá, como no ha cumplido la medida cautelar. Aún si ganamos, nuestrxs niñxs quedarán en la calle y no podrán continuar yendo a la escuela, nuestras madres y padres no podrán ir a trabajar, nuestrxs ancianxs morirán como indigentes, perderemos lo poco que tenemos. ¿Qué nombre le pondrá la sociedad a este nuevo genocidio? ¿Inacciónestatal? ¿Mala suerte? ¿Falla de las políticas públicas? Nuestros asesinos tienen rostro. Tienen nombre, tienen apellido, tienen poder,tienen todo lo que a nosotrxs se nos quita y se nos niega. No hay para nosotrxs recursos aún habiendo recursos. No hay justicia aún ganando. No hay derechos humanos. Somos invisibles, eternxs desaparecidxs.

Señor Ibáñez, usted pretende banalizar su actuar genocida por el queya ha sido denunciado públicamente. Señor Lombardi, nuestra comunidad vive en San Telmo, La Boca, Constitución, Barracas y Montserrat desde antes que sus abuelos italianos pisaran estos barrios invitados por Alberdi. A nosotrxs no nos invitaron. Ya estábamos aquí o nos trajeron secuestrados. La cultura quilombola es vivir en libertad y luchar por territorio, por el hogar, por los vínculos sociales y culturales afrooriginarios. Compartir resistiendo la opresión, traspasando nuestro conocimiento y nuestra cultura contra la esclavitud, la explotación y el asesinato, a las personas que se quieran sumar. Esta cultura nos trajo hoy hasta aquí. Nos avisó de gente como ustedes. Tiene valor, por eso la reivindicamos, por eso la reconocen expresamente lxs vecinxs Brasil, Ecuador, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Honduras,Guatemala, El Salvador, Panamá, México y Uruguay, las Naciones Unidas,la UNESCO, la OIT. Por eso el Congreso Nacional y la Constitución de la Ciudad garantizan la democracia cultural. Por eso, señor Procurador, nos resistimos al soborno que pretende imponernos aprovechando nuestra situación desesperada. Ya les conocemos. No se olvide, gracias a ustedes, nosotros convivimos con la desesperación.

Movimiento Afrocultural
Para más información, 153 186 9031

UN POLICIA DENUNCIADO POR DISPARAR CONTRA UN VENDEDOR AMBULANTE SENEGALES

“¿Qué mirás, negro de mierda?”
Ocurrió en Constitución, en la vereda de Lima Oeste, a metros de la avenida Garay. Un policía de civil se molestó con un inmigrante que vende baratijas en la zona y terminó disparándole. El hombre quedó herido. El policía fue detenido, pero luego liberado.

Fue acá al lado, vi todo. El negro pasó sin decir nada y había tres tipos parados en la puerta del bar. Uno le dijo: ¿Qué mirás, negro de mierda? ¡Qué me mirás! Y se le fue al humo. El negro dejó el maletín en el piso, esquivó una trompada y le puso una mano. Se la rebancó el negro. Y el otro, como vio que no le podía hacer frente, y eso que era grandote, sacó un revólver y le apuntó a matar ¡a un metro! El negro se avivó enseguida y le agarró el brazo, pero el tipo disparó igual. Tuvo suerte el negro, porque el disparo sólo le agujereó el pantalón.”

El que relata es un comerciante que trabaja en un negocio cercano al bar Quita Penas, donde el sábado pasado “el negro”, un inmigrante senegalés que vende baratijas, fue abordado por un policía de civil en la vereda de Lima Oeste, a metros de la avenida Garay frente a la Plaza Constitución. Según le contó el comerciante a Página/12, la pelea terminó en el asfalto cuando el senegalés inmovilizó el brazo armado del policía y un empleado del bar se acercó para sacarle el cargador de la Bersa 9 milímetros, arma reglamentaria de la Policía Federal Argentina. Pese al reclamo del Colectivo para la Diversidad (Copadi), la ONG que asesora al inmigrante, ayer el agente de policía fue excarcelado sin ningún tipo de restricción. Se lo acusa de “abuso de arma”, un delito que prevé penas de entre 1 y 3 años de prisión.

El hecho ocurrió al mediodía cerca de la parada del colectivo 53, que estaba repleta de gente. Un rato antes del incidente, el policía se habría quedado dormido en el bar y se malhumoró cuando otro vendedor senegalés exhibió su maletín para ver si quería comprar algo. El policía tironeó el maletín y le gritó: “Negro, regalame un reloj”. Uno de los encargados lo invitó a retirarse (a él y a sus compañeros). Luego se cruzó con el otro vendedor y lo increpó. Después del disparo, el agresor y sus dos acompañantes caminaron una cuadra hasta ser detenidos por personal de la comisaría 16ª. Allí se supo que el detenido pertenecía al cuerpo de Alarma de la PFA. No bien circuló este último dato por el barrio, de los treinta testigos sólo quedaron dos o tres.

Los dos vendedores ambulantes también concurrieron a la comisaría. Un tercer vendedor senegalés se comunicó con el Colectivo para la Copadi y el Instituto Nacional contra la Discriminación (Inadi), que apoyaron la denuncia en la comisaría 16ª. A pesar del tono racista de este ataque (algo que considera como agravante a la hora de establecer una pena) y de la presencia del Inadi en la seccional, los hechos quedaron radicados como “disparo de arma de fuego con lesiones”. Las víctimas, según denunciaron abogados de la Copadi, fueron tratadas en todo momento “como sospechosos, como si fueran los imputados”.

Aunque declararon en la comisaría para poder radicar la denuncia, los inmigrantes senegaleses no ampliaron sus dichos porque sus asesores legales, al igual que ellos, desean tener un traductor wolof (su lengua materna). Podrían hacerlo el lunes, si es que el miedo no cunde entre ellos o los testigos. “Al ser liberado sin ningún tipo de restricción, ahora el acusado puede entorpecer la causa: ir al bar y presionar a los testigos. Además, desde el juzgado no dictaron medidas de protección para las víctimas. De hecho, fue muy difícil convencer a los dos vendedores para que hicieran la denuncia porque estaban muertos de miedo. A uno, al que fue insultado dentro del bar, hace seis meses un policía bonaerense le disparó en la feria de La Salada y casi le sacan un dedo”, refirió Luciana Sánchez, de la Copadi.

La causa quedó a cargo de la jueza Alicia Iermini, del Juzgado de Instrucción 48 de la Justicia Penal nacional. Allí también quedaron el arma reglamentaria y el casquete de la bala. La Defensoría del Pueblo de esta ciudad fue informada y se presentará como tercero interesado en la causa. “Estamos frente a un colectivo de personas extremadamente vulnerables. Son pobres, son negras y no hablan español”, recordó a este diario abogada de la Copadi, “uno de ellos se ocultó y nos comunicamos con él por medio de su hermano. El otro tuvo que cambiarse de hotel y estamos pidiendo que reciban algún tipo de subsidio”.

Por Emilio Ruchansky
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-127906-2009-07-08.html

domingo, 5 de julio de 2009

URGENTE. Constitución. Policía de civil dispara contra vendedor ambulante senegalés frente a 30 personas

Frente a un bar de Constitución, en Avda. Garay y Lima oeste, un policía de civil, identificado como personal de la policía federal, cuerpo de “Alarma”, disparó su Bersa 9mm reglamentaria contra un vendedor ambulante Senegales que pasaba por allí ofreciendo bijouterie en un maletín.

El vendedor, al que no identificamos para su seguridad, caminaba por la vereda cuando vio que dos hombres discutían en la puerta de un bar. Ante los gritos se detuvo. Al verlo, uno de los hombres le gritó “que mirás negro de mierda”, y se le tiró encima. Comenzó a golpearlo furiosamente con sus puños y le pegó en la cabeza con su arma reglamentaria. Luego le gritó “Negro de mierda, andate a tu país”, apuntó al pecho y disparó. Milagrosamente el vendedor se movió y el disparo rozó su pierna derecha, dejando un agujero en su pantalón.

Había allí unas 30 personas, varias de ellas personal de diversas fuerzas de seguridad. Ante la denuncia efectuada por un testigo concurrió personal uniformado de la Comisaría 16, quienes detuvieron a tres hombres que fueron trasladados a esa Comisaría. Allí se identificó al autor de la tentativa de homicidio como personal policial perteneciente al cuerpo de Alarma de la PFA, quien quedó detenido a cargo de la Jueza Iermini, del Juzgado de Instrucción Nro. 48 de la Justicia Penal nacional. También se secuestró su arma y el casquete de la bala disparada.

En el bar se encontraba otro vendedor senegalés, quien minutos antes había sido hostigado por el mismo hombre que efectuó el disparo cuando se acercó a su mesa a ofrecer bijouterie: “Negro, regalame un reloj”, le gritaba mientras tironeaba de su maletín. Tanto que habría sido mismo personal del bar quien le pidió a quien resultaría un policía que abandonara el lugar.

En esta circunstancia, otro vendedor se comunicó con el Colectivo para la Diversidad (COPADI) y el INADI (Instituto Nacional contra la discriminación), quienes apoyaron la realización de la denuncia en la comisaría 16. El INADI tomó la denuncia en su 0800, y la coordinadora a cargo, Alba Rueda, se presentó oficialmente en la Comisaría 16 para apoyar la denuncia y proceder ante los gravísimos hechos de violencia racista. También se informó a la Defensoría del Pueblo de la CABA, quienes se presentarán como terceros interesados en la causa.

A pesar de la motivación racista del intento de homicidio, y aún frente a la presencia del INADI, los hechos quedaron radicados como “Disparo de arma de fuego con lesiones” en la comisaría 16 de la Policía Federal (San Juan y San José).

“Este hecho racista no es aislado. Desde enero venimos denunciando el racismo lamentablemente presente en actuaciones de la policía y otras autoridades de la CABA. El tribunal Superior de Justicia acaba de darnos la razón el 1ro de julio pasado, confirmando la violación de garantías básicas del estado de derecho a las personas africanas frente a hechos de racismo institucional. Creemos que es necesario que las autoridades estatales intervengan de manera urgente. Hoy un africano se salvó de milagro de ser asesinado en la vía pública por personal de nuestras fuerzas de seguridad”, declararon abogados de COPADI. “No nos parece que ante hechos de esta gravedad la calificación legal sea adecuada. Al minimizar los hechos estamos negando a la víctima las medidas de seguridad adecuadas para su protección. Estamos frente a un colectivo de personas extremadamente vulnerables. Son pobres, son negras, y no hablan español. Si no hubiera sido por la intervención del INADI y de organizaciones sociales, no se podría haber hecho correctamente la denuncia de los hechos, porque en la policía no cuentan con traductores de wolof.”

La Lic. Rueda, del INADI, calificó al hecho como “De la mayor gravedad y de interés del organismo”, por tratarse de un acto de violencia racial. Dio aviso al Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos e intentó comunicarse con el personal del juzgado de turno. Lamentablemente no logró comunicarse con el personal judicial interviniente, y por ello aún la seguridad de la víctima no está garantizada. El lunes se ratificará la denuncia ante una justicia cerrada por la gripe A.

Tememos que la crisis de salud que estamos atravesando aumente aún más el riesgo al que están sometidas las personas africanas que viven en la CABA. Una vez más la denuncia de un hecho motiva que otros vendedores hablen de los abusos que sufren, y ya contamos con información que da cuenta que no se trata de un hecho individual, sino que esta práctica ha sido realizada por otro personal de la policía en otras ocasiones, hechos que por miedo han quedado impunes. Creemos en nuestras instituciones y en que estos hechos son evitables, por eso es necesario que las más altas autoridades actúen inequívocamente sobre el racismo institucional y sus consecuencias nefastas.


Fuente: Colectivo para la diversidad, punchou@yahoo.com

miércoles, 1 de julio de 2009

Nengumbi se fue del Foro Afro del INADI

Buenos 29 de junio de 2009

Foro Afro del INADI
Moreno 750 Piso 1
Buenos Aires

Estimados/as Integrantes del Foro

De mi mayor consideración,

Por intermedio de la presente me complace dirigirme a ustedes con el motivo de hacerles llegar mis inquietudes respecto al buen funcionamiento del Foro y, también respecto al reconocimiento de los aportes de los integrantes del Foro en general y de los míos en particular.

Recurriendo a la historia, recuerdo haber integrado el Foro en el mes de noviembre de 2008 tras sostener una conversación telefónica con la Sra. Violeta Correa, Ex Coordinadora General de CAREF y actualmente integrante de la Comisión Nacional para los Refugiados (CONARE) donde ella representa al INADI. Fue ella quien había insistido a que integrara el Foro y por recomendación de ella fui recibido acá en el INADI por el Sr. Flavio Rapisardi.

El día que me incorporé al grupo, Flavio participó de esa reunión y en el transcurso de ésta, entregó a los presentes el proyecto del INADI respecto al año 2009 llamado “Proyecto visibilidad afro” y nos pidió que armáramos el presupuesto del dicho proyecto, recalcando que el importe total a gastar sería de Pesos 120.000 (pesos ciento veinte mil) y que deberíamos presentar el presupuesto a más tardar el 20 de diciembre del 2008. En la misma reunión y antes de retirarse, comentó que la Sra. Violeta Correa le habría comentado que se estaba preparando por parte del Gobierno Nacional un rechazo masivo de peticionantes de refugio de Senegal y que esto generaría un sería problema para Argentina. Se estimaba que iba haber un rechazo de 300 a 700 casos según informado por Flavio. También, según Flavio, la Sra. Violeta iba reunirse con nosotros la misma tarde.

Lamentablemente, la Sra. Violeta tuve algunos inconvenientes y no pudo presentarse. Hasta el día de hoy el Foro no pudo reunirse con ella para saber más respecto a la situación de los senegaleses. Recuerdo también haber participado en un evento organizado por Mameto, Jorge y otros en Gonzáles Catan y en ese evento Jorge había hecho mención de ese rechazo masivo de senegaleses y habló de la posibilidad de organizar una marcha para defender a los senegaleses.

A continuación, en la misma reunión, pedí la palabra y me expresé diciendo que no tenía interés de integrar el Foro, puesto que en una oportunidad, especialmente en el mes de mayo de 2008 había participado de la reunión donde estaban presente la Ministro María Teresa Freddolini y el Sr. Ricardo, y que no había nada de serio respecto a la lucha contra el racismo y la discriminación. Pero que en esta oportunidad y especialmente viendo la propuesta del “Proyecto visibilidad Afro”, había motivo para que integrara el grupo.

Tras mi incorporación al grupo, hice lo mejor que pude para aportar mi grano de arena en esta obra llamada la lucha contra el racismo, la discriminación racial y la xenofobia. Salvo que alguien opine lo contrario, el prosupuesto del proyecto fue el resultado de una gran participación mía. En los debates, pude proponer ideas que podrían haber sido de gran utilidad e interés para el grupo. También, tuve un gran deseo de que el Foro tuviera un estatuto interno que le facilitara el desarrollo de sus actividades y su relación con otros organismos.

Lamentablemente, desde mi punto de vista, no se está haciendo mucho para luchar contra el racismo, la discriminación racial y la xenofobia respecto a los afrodesciendentes por parte del Estado y del INADI. Respecto al Foro, en muchos de los debates el tema central no es la política y estrategia de lucha, sino que se pierde mucho tiempo hablando de otros temas. A medida que fue pasando el tiempo, fui perdiendo la motivación. La falta del cumplimiento del proyecto en el cual se había invertido mucho tiempo, especialmente la actividad prevista para el “Día de África” me llevó otra vez a la conclusión anterior, es decir “Respecto a nuestra lucha, no hay nada serio en el INADI”. Esto es mi punto de vista y es a raíz de esto que suelo decir que lo que está haciendo el INADI es solo un simulacro de lucha contra el racismo y la discriminación racial en lo que se refiere a los afros.

Recuerdo haber dicho en varias oportunidades que en la clase política argentina todavía no existe la voluntad política de combatir el racismo y la discriminación racial respecto a los afrodescientes, y que el proyecto 2009 llamado “Proyecto visibilidad afro” era solamente una estrategia del INADI para engañar a la Comunidad Internacional debido la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación, la Xenofobia y todo forma conexa de intolerancia prevista del 20 al 24 de abril del corriente. Es también en esto contexto que se había apresurado el Primer Encuentro Artístico Candombe Afroargentino en la Chilinga en fin de marzo del corriente.

Algunos recordarán que una reunión del Foro en el mes de marzo, tras enterarnos que se está filmando una película respecto a la vida de San Martín, había pedido la palabra para resaltar que las tropas del General San Martín eran compuestas de un 60% de negros y que esto era la oportunidad para empezar a difundir la verdadera historia Argentina, y demostrar los aportes de los negros en la independencia, la liberación y la construcción permanente de este país. Esta propuesta se hará realidad en cualquier momento.

Además, con el propósito de poder aportar nuestro grano de arena en esta lucha, el Colectivo para la Diversidad (COPADI) y el Instituto Argentino para la Igualdad, la Diversidad e Integración, mediante una carta enviada al Sr. Flavio Rapisardi habían solicitado el patrocinio del INADI para que yo pudiera participar de ese encuentro de trabajo de Ginebra donde se iba evaluar los esfuerzos de los países en combatir el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y toda forma conexa de intolerancia. Lamentablemente, esa la carta cuya copia había sido enviado al Foro Afro quedó archivada sin éxito por parte esta Institución.

Para finalizar, me gustaría informarles que me han llegado muchas declaraciones y acusaciones incorrectas y no fundadas por parte de algunos integrantes de este Foro. Considero esas declaraciones como difamatorias y que no reflejan el respecto que se merece alguien que ha hecho muchos aportes valiosos en este Foro. Estas declaraciones además de ser indignantes, generen un mal estar, no solamente para mi, sino también acá en el Foro, y sobre todo generan una barrera para el crecimiento del grupo. Tampoco creo que desde sus lugares de descanso nuestros ancestros, víctimas de la política esclavista estarían contentos u orgullosos de estos comportamientos y del trato humillante que reciben sus descendientes en esta sociedad. Al contrario ellos/ellas se harán algunas preguntas de curiosidad como: ¿Qué postura había tomado el Foro respecto a todas las denuncias que yo había presentado en distintas Instituciones, denuncias cuyas copias llegaron al Foro Afro y a la Dra. María José Lubertino?; ¿Quién realmente está luchando contra el racismo y la discriminación racial hacía los negros y de qué manera? Etc..

Sin otro particular y quedando a su disposición los/las saludo muy respetuosamente.


Nengumbi Celestin Sukama

CC:Sr. Pedro Mouratian - Vice –Presidente INADI
Sr. Flavio Rapisardi – INADI
Integrantes IARPIDI
Dra. Luciana G. Sánchez – COPADI
Sra. Violeta Correa – INADI & CONARE