Entrevista Nengumbi con Paul Byrne

Buenos Aires, Argentina Diciembre 2009

martes, 28 de mayo de 2013

La pelea por hacer visible a la comunidad de refugiados e inmigrantes afro

El Instituto Argentino para la Diversidad e Integración busca la inserción de inmigrantes y refugiados africanos. En diálogo con AUNO-Tercer Sector, su fundador, el congoleño Nengumbi Sukama, destacó logros y habló de cuentas a saldar: “Las herramientas están, pero Argentina quiere seguir siendo un país blanco”.

Por Sabrina Améndola
  Nengumbi Celestin Sukama es un refugiado congoleño que llegó a la Argentina en 1995 perseguido por un gobierno dictatorial. Su vida corría peligro y la oportunidad que se le presentó fue recalar en nuestro país. Con las enseñanzas de una difícil adaptación, en 2007 fundó el Instituto Argentino para la Diversidad e Integración (Iarpidi), con el objetivo de facilitar la inserción e integración de miembros afro en nuestro país.
Esos objetivos, que parecen al alcance de la mano, se encuentran obstaculizados por las prácticas discriminatorias que aún prevalecen en el campo laboral, la salud y la educación. Y por los problemas para acceso igualitario en el ejercicio de sus derechos culturales y políticos.

En diálogo con AUNO-Tercer Sector, Sukama no sólo mostró un amplio conocimiento de la historia argentina, sino también de las falencias del presente para los refugiados africanos en el país. “La principal inquietud es la de conseguir la documentación, además de poder acceder a un trabajo decente. La discriminación, el racismo, el hostigamiento policial en la calle, el acceso a una educación formal, el acceso a la salud, son otros de los temas recurrentes de consulta en la asociación”, detalló.

¿Cómo surgió la idea de fundar Iarpidi?
El instituto nació a fines de 2007 como una respuesta a la violación de los derechos humanos de los solicitantes de refugio, refugiados, inmigrantes africanos y afrodescendientes en Argentina. Es la continuidad del trabajo que venía realizando Forefa (Foro de Refugiados en la Argentina) en los años 90, con la idea de demostrar el incumplimiento de la asistencia efectiva a estas personas por parte del Estado argentino. En 2005 hice el cambio de ciudadanía y recibí la argentina, lo que me permitió tener mayor participación política. Al año siguiente, un grupo de refugiados nos autoconvocamos y fundamos el Foro de Refugiados, fui electo presidente y comenzamos a realizar un trabajo de concientización para que el Estado tome cartas en el asunto e implemente políticas de integración, algo que no ha ocurrido en su totalidad hasta el día de hoy. Finalmente en 2007 fundé Iarpidi.

¿Cuáles son las principales líneas de trabajo de la asociación?
La promoción y protección de los derechos humanos, de solicitantes de asilo y de refugiados, por un lado, y de inmigrantes africanos y afrodescendientes, por el otro. Investigar las distintas formas de discriminación social, apuntar a una línea de trabajo contra el racismo político e institucional que llevan a la exclusión. En este contexto, todo el trabajo comienza por la concientización y, es por eso, que desde la institución fomentamos la participación en charlas y talleres para llevar adelante una discusión sobre la temática. También apuntamos a la creación de proyectos que impulsen el bienestar de aquellas personas víctimas de prácticas racistas, sobre todo, porque este país adquirió obligaciones internacionales en lo que hace a la lucha contra el racismo. Desde Iarpidi creemos que la integración es fundamental. Somos muchos y diferentes, pero vamos juntos.

¿A qué obligaciones internacionales hace referencia?
A la Convención de Ginebra de 1951 sobre el Estatuto del Refugiado, al Protocolo de Nueva York de 1967 y, a nivel regional, la aceptación de la Declaración de Cartagena sobre Refugiados de 1984, que amplía o profundiza el concepto de refugio y da fundamento al estatuto de refugiado en Argentina. Los países que ratificaron esos convenios se comprometieron a brindarle protección internacional a solicitantes de refugio y a refugiados. También, la lucha contra el racismo está en el Programa de Recomendación de Durban de 2001, que promueve “la eliminación de toda forma de discriminación racial”. Aquí hay antecedentes con la creación del Inadi y con la elaboración del Plan Nacional contra la Discriminación en 2005. Las herramientas están, pero Argentina quiere seguir siendo un país blanco.

¿Por qué cree que ocurre esto?
Los próceres de la Generación del `80 –como Domingo Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, y José Ingenieros- proyectaron una Argentina donde no debían existir “negros”, en términos de grupo étnico, si bien físicamente existían y en un amplio número. En su dicotomía “Civilización y barbarie”, Sarmiento señalaba como bárbaros a los afro, indios y gauchos; discurso que quedó en el imaginario argentino y que se transmitió de generación en generación. En la actualidad, la presencia afro no existe ni siquiera en los manuales escolares. A los chicos no les enseñan que hubo población afro en Argentina. Se estima que en 1778 en la provincia de Santiago del Estero, el 50 por ciento de la población era afro; mientras que Buenos Aires tenía un 30 por ciento y Tucumán un 42 por ciento. En promedio, Argentina contaba con un 50 por ciento de población afro.

A partir de este ocultamiento, ¿cree que el racismo es más fuerte en Argentina que en otros países de la región?
Sí, porque por más pequeñas que sean existen comunidades afro en otros países de América y aquí eso no se ve. Este fue un país donde hubo mucho mestizaje, aquí hay gran cantidad de afrodescendientes, de los cuales un gran porcentaje niega su descendencia africana. Entonces, revertir esta cuestión requiere de mucho trabajo por parte de los políticos, quienes deben ser los primeros actores de lucha contra el racismo.

¿Realizan charlas y talleres de concientización?
Hasta ahora el trabajo era interno con investigaciones y notas que se subían nuestro sitio web. A partir del año pasado comenzamos a dar charlas en los colegios, con la idea de fomentar una línea de trabajo a favor de la integración. Este año, fuimos a un colegio, pasamos un video de Naciones Unidas que decía: “Declarate defensor o defensora de los derechos humanos”, coincidiendo con Día mundial contra la Discriminación Racial y el racismo, que se conmemora cada 21 de marzo, luego conté mi historia personal y los chicos me hicieron preguntas. Además, ofrecimos una charla que incluía a diez panelistas de distintas comunidades: judío, boliviano, wichí, qom, afro, donde cada uno de ellos contaba algo para concientizar y luchar contra el racismo. Además, hacemos reuniones en ámbitos del Estado, como la Defensoría de la Nación, el Ministerio de Educación de la Nación y la Secretaría de Derechos Humanos, porque son ellos los que tienen la posibilidad de cambiar las cosas.

¿Cuáles son las principales inquietudes con las que llegan a la institución miembros de la comunidad afro o afrodescendientes?

Para los refugiados, la principal inquietud es la facilidad para conseguir la documentación, además de poder acceder a un trabajo decente. La discriminación, el racismo, el hostigamiento policial en la calle, el acceso a una educación formal, el acceso a la salud, son otros de los temas recurrentes de consulta en la asociación. Es claro que si un derecho humano está afectado, los otros también lo estén. En los afrodescendientes y africanos es muy recurrente el tema del racismo que en Argentina es constitucional, ya que el artículo 25 de la primera parte de la Constitución Nacional, después de la reforma de 1994, sigue fomentando la inmigración europea, lo que constituye la promoción implícita del racismo.

¿Cómo es la inserción laboral para integrantes de la comunidad afro?
Es muy difícil. Cuando un africano llega a este país se le niega la posibilidad de acceder a un empleo digno y estable. El pensamiento aquí es que el negro sirve para trabajos pesados, ya sea para trabajar en la construcción o en el restaurante lavando platos, es decir, que lo pesado, lo no dignificante es para el negro. Nadie llama a un afro por su nombre por más de que lo conozcan, siempre le dicen: “Vení negro hacé esto”. Los primeros que llegaron trabajaron en la construcción y recibían un trato humillante, discriminatorio. Por eso, como alternativa de trabajo muchos comenzaron a vender en la calle, trabajando varias horas. La venta callejera comenzó en 1998 cuando dos muchachos, uno de Malí y otro de Sierra Leona, empezaron a ofrecer remeras con diferentes diseños y colores, que se hacían en la década del `70 con la cultura hippie; después se sumó un muchacho de Senegal vendiendo obras de arte en madera. Como el negocio empezó a andar bien comenzaron a vender bijouterie que compraban en el barrio de Once, y en el 99 se sumaron algunos que antes pertenecían a la construcción. Ese mismo año, la Comisión Católica le empieza a dar dinero a la gente para que iniciar un microemprendimiento, unos 400 pesos para comprar la mercadería. Así, la venta ambulante empezó a duplicar en las calles, con el agregado de ventas de carteras, cinturones y billeteras en los últimos años, aunque hoy ya no reciben esa ayuda material. Detrás de esto no hay ninguna mafia, es la única manera que la gente tiene para ganarse la vida.

¿Cree que la gente discrimina por ignorancia o por miedo al otro?
Nunca se discrimina ni por ignorancia ni por miedo al otro. Esas dos teorías son falsas. Se discrimina porque el europeo instaló la teoría de la superioridad racial, el que discrimina lo hace porque se siente bien considerando que es mejor. El europeo instaló el tema de la superioridad racial y al otro no hay que darle la dignidad humana, entonces por no darle la dignidad humana no hay que facilitarle el acceso o el bienestar socioeconómico, porque el racismo pasa por la economía. Si alguien lo quiere llevar a nivel internacional ahí verá que los países prósperos se llaman primer mundo y el resto es la periferia o los países subdesarrollados que sufren la discriminación de los países avanzados.

Una de las líneas de trabajo de Iarpidi apunta a erradicar el racismo a nivel institucional. ¿Alguna vez sufrió actos de discriminación racial en alguna institución pública?
Sí, muchas veces los miembros afro somos atendidos con indignación. Me pasó en el hospital Penna, donde una recepcionista tuvo actitudes racistas para con mi persona. Era una enfermera me trató muy mal en varias oportunidades y negaba mi atención en la guardia. Hice llegar mi queja al director del hospital, la sancionaron disciplinariamente y siguió sólo como enfermera.

¿Cuántas personas de la comunidad africana viven en la Argentina?
Es una gran pregunta. Como nunca fueron censados no se sabe cuántos afro hay en la Argentina. Con la nueva inmigración, por estimaciones de la Conare habría algo así como 10 mil personas. En el censo de 2010, en las grandes ciudades con 50 mil habitantes sólo el 10 por ciento de los censistas salieron con el formulario ampliado donde existía la pregunta sobre afodescendencia o pueblos originarios, eso implica que de cada diez afro en las ciudades grandes, uno sólo fue censado como afro y nueve no lo fueron. Debería ser obligatorio que salgan con ese formulario pero fue una decisión deliberada del país para no hacer ver tantos afro. Entonces, se estima que en el último censo hubo más o menos 150 mil africanos y afrodescendientes encuestados. Y que de esto apenas 0,04 serían afrodescendientes, unas 11 mil personas. Dentro de ese número hay uruguayos, afrobolivianos, afrocolombianos y africanos. Por eso, de africanos estimo que estaremos rozando los 10 mil.

¿Cómo se financia la asociación? ¿Reciben algún tipo de ayuda?
No, no recibimos ayuda económica, salvo un proyecto audiovisual que presentamos al Gobierno porteño y ganamos el año pasado, que nos otorgó un subsidio pero sólo destinado a ese fin. Entonces, las pocas personas que somos –unos diez socios- aportan 30 pesos por mes y solventamos gastos menores y realizamos el trabajo desde mi casa, porque en diciembre del año pasado perdimos un espacio que teníamos en comodato en la avenida San Juan al 2400. En estos momentos no podemos ir a pagar un alquiler de 1500 pesos o más. Tengo pensado escribir una carta dirigida al Gobierno de la Ciudad contándoles nuestra situación.

¿De qué países provienen los inmigrantes africanos que arriban a Argentina?
La llegada de africanos a este país fue variando. La última tendencia –de 2002 en adelante- es de Senegal. Desde ese momento la comunidad afro más grande de Argentina son los senegaleses. Antes llegaban desde Nigeria, Liberia y Malí. Los que somos pocos estamos dispersos, los congoleños no llegamos a ser 30, pero los senegaleses llegan a 3500, y la tendencia es que cada miembro de la comunidad se agrupe, como una forma de cuidarse de los abusos, de fortalecerse. Los últimos que arribaron al país provienen de Ghana y de Costa de Marfil.

¿Por qué eligió como logo de la institución el sol de la Bandera argentina?
El logo marca el territorio nacional argentino, por la bandera de este país. El sol con la cara del ser humano promueve el principio de la igualdad y la no discriminación para fomentar la integración, ya que cuando el sol sale, sale para todos y todas. El sol no discrimina.

Cómo contactarse:

http://iarpidi.org/
info@iarpidi.org

viernes, 17 de mayo de 2013

La Dinastía Negra del Congreso

Ideas 14/05/13

La antropóloga Laura Colabella investigó el origen afro de muchos empleados que trabajaron en el Congreso de la Nación desde 1825 en adelante. Es un aporte al enigma sobre la “invisibilidad” de una comunidad.

Por Ines Hayes



Fue su adolescencia en Salvador de Bahía lo que llevó finalmente a la antropóloga Laura Colabella a investigar sobre Los negros del Congreso. que derivó en un libro publicado por la editorial Antropofagia-CAS-IDES. Ella estaba, precisamente, en ese lugar considerado el “estado negro” del Brasil, donde la población negra y su pasado esclavista tenían una amplia visibilidad.

Los “negros del Congreso” son aquellos trabajadores de ascendencia africana que por filiación accedieron a cargos –en su mayoría tareas de limpieza y mantenimiento– en el Poder Legislativo. Aquella experiencia le impidió aceptar la tan extendida premisa de que en la Argentina la población negra había desaparecido en las guerras por la independencia o que había sido afectada por la epidemia de la fiebre amarilla. En su trabajo de campo, basado en entrevistas en profundidad, Colabella descubrió que el ingreso de estos trabajadores no obedecía a una ley que los incorporaba con carácter hereditario, como lo demostraban las crónicas periodísticas de la época, porque esa ley nunca apareció.

-¿Cómo se explica que si no había legislación que estableciera los cargos hereditarios, los medios de comunicación de principios y mediados de siglo XX, comunicaran que sí existía y el ingreso de los nuevos trabajadores se efectuara como si la hubiera?
-Los relatos de mis interlocutores coinciden en señalar que están “allí” por una ley. Pero no debemos perder de vista que los investigadores sociales y los periodistas no siempre tenemos los mismos objetivos. Los periodistas retrataban a estos trabajadores de manera pintoresca como quienes “honran a su raza” por ocupar los puestos de maestranza y mayordomía, y a quienes se presentaban como formando parte del decorado del palacio legislativo, al usar uniforme y guantes blancos en ocasiones extraordinarias. Su propósito no era más que ese, señalar el pintoresquismo que les provocaba la presencia de negros, en uno de los tres poderes de un Estado construido como “europeo” y “blanco”. Para así producir aquello que se conoce como “nota de color”: ¡qué casualidad! Por el contrario, para nosotros, antropólogos, ese pintoresquismo es un aspecto que hay analizar detenidamente. Por esa razón, mi primer propósito fue atravesar las puertas del Congreso para buscar “la ley” que, como decía, nunca apareció; y luego buscar a “los negros” para conocer a qué se referían con el término “ley”.

-¿Cómo llegaste a determinar aquello que llamaban “ley”?
-Fue mediante sus relatos que pude descubrir que aquello que los protagonistas denominaban “ley” y, que los medios de prensa reproducían literalmente, cobraba otro sentido que el de las leyes sancionadas por las cámaras de diputados y senadores destinadas a legislar fuera del palacio legislativo, en el ámbito nacional. Por el contrario, lo que mis informantes referían como “ley” era más bien una “ley puertas adentro”, es decir, era la forma nativa de referir al reclutamiento por filiación, una práctica muy extendida y presente en diversas reparticiones estatales en la que el hijo primogénito pasaba a ocupar el puesto dejado vacante por el padre, un mecanismo no sólo restringido a los negros sino a todos los trabajadores estatales.

-¿Pero, entonces, cómo funcionó la raza en la incorporación de los trabajadores de ascendencia africana al Congreso de la Nación en el contexto del Estado invisibilizador argentino?
-Quien habló de invisibilidad, para la población afrodescendiente de Buenos Aires, fue el historiador norteamericano George Reid Andrews, en su célebre Los afroargentinos de Buenos Aires (1989). Con ese término, designó al mecanismo por el cual se logró eliminar gradualmente la categoría racial en los censos y estadísticas oficiales. Ese “ardid estadístico” consistió en reemplazar las categorías raciales de “pardo” y “moreno” por la de “trigueño”, primero y “blanco”, después. Algo similar descubrí en el Congreso cuando pedí consultar los legajos de los ordenanzas en el Archivo del Senado. Uno de sus funcionarios, me indicó que debía tener los nombres de “los negros” puesto que en los legajos no se registraba si el ordenanza era “blanco”, “negro” o “amarillo”. Sin embargo, dichos trabajadores eran notablemente visibles para el resto de los trabajadores congresales. Cuando al inicio de mi investigación, preguntaba por el nombre de alguno de ellos en diversas dependencias del Palacio, me solían responder “ah, el negro” o “el morocho”; indicándome también la cámara y la dependencia a la que pertenecían. En definitiva, si bien la raza al interior de un poder del Estado cobraba visibilidad, no era absolutamente definitoria ni operativamente significativa en términos prácticos de la vida de estos empleados estatales. Pues en sus relatos, ellos revelan ingresar del mismo modo que el resto de los trabajadores del Congreso: en el puesto dejado vacante por el padre. Un procedimiento que incluía mecanismos formales e informales como ir a ver a “fulano”.

-¿Cómo se concretaba ese procedimiento de ver a “fulano”?
-Esto es, ir a ver a un legislador que concrete el ingreso, en caso de haber puestos disponibles en el escalafón legislativo. Dado que éste último es quien legitima filiación entre el solicitante y el agente fallecido. Era una práctica ancestral que se remontaba a los orígenes mismos de la organización estatal moderna. En suma, los “negros del Congreso”, por su visibilidad racial, lograban añadir, con su presencia, una visibilidad extra; que correspondía al modo en que el Estado argentino reclutaba a sus trabajadores entre los hijos de sus agentes fallecidos. Lo que dio lugar a la constitución de verdaderos linajes en diversos sectores de la burocracia estatal.

-¿Por qué los entrevistados se refieren a su ingreso a la planta legislativa con los términos “dinastía” o “tradición”?
-Las nociones de “dinastía” y “tradición” son los términos con que ellos denominan su pertenencia a un linaje. La idea de “dinastía” es referida por una de las familias de trabajadores negros más renombrada del Congreso, cuyos miembros reconocen su antepasado negro en un sirviente que se desempeñó como esclavo en la casa de un marino genovés, que llegó al Río de la Plata en 1825; y participó junto al almirante Brown en la guerra contra el Brasil. Dicho marino le concedió el apellido a su sirviente y con él también honorabilidad por haber participado en las luchas y enfrentamientos por la organización nacional, leal a la causa de Buenos Aires. Fue el apellido lo que se tornó clave para el ingreso de estos descendientes al Congreso, constituyéndose en una de las primeras familias “de morochos” en el Poder Legislativo. Por el contrario, el término “tradición”, es utilizado por otra de las familias de trabajadores afrodescendientes que traza su descendencia ya no de un antepasado esclavo, sino de un antiguo ordenanza de la Cámara de Diputados reconocido por su plena dedicación al parlamento y por haber servido a destacadas figuras de la política nacional. En suma, las nociones de “dinastía” y “tradición” son los modos en que estas familias vinculan su condición de negros al interior del Palacio y de la planta burocrática.

-¿Por qué los negros del Congreso te han permitido recuperar la noción de “teodicea secular”?
-La noción de “teodicea” fue acuñada por el sociólogo alemán Max Weber. Weber vinculó ese término a la religión más concretamente a la idea de creencia, a la forma general de resolver la contradicción entre la concepción de un dios perfecto con poderes infinitos y un mundo imperfecto creado por él. Se trataba de un concepto que buscaba justificar el lugar que cada agente social ocupaba en un universo social pensado en términos nacionales. En ese sentido, la “teodicea” de “los negros del Congreso” es un relato en que las nociones de “dinastía” y “tradición” pueden leerse como los modos en que estos interlocutores justificaron su ingreso a la planta burocrática y que se extendía a todos los trabajadores estatales más allá de su adscripción racial.

Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/laura-colabella-congreso-de-la-nacion_0_917308274.html




domingo, 12 de mayo de 2013

Teatro en Sepia (TES) presenta: “Afrolatinoamericanas. De Voces, Susurros, Gritos y Silencios”


* Desde el 3 de mayo, todos los viernes a las 21hs., en La Manzana de las Luces, Sala La Ranchería, Perú 272, San Telmo, C.A.B.A, Argentina.
* Reservas: 4342.9930. Entrada: $60 (Descuentos para jubilados y estudiantes $40). Más info: www.teatroensepia.blogspot.com / http://www.facebook.com/tes.teatroensepia

Sobre “Afrolatinoamericanas. De Voces, Susurros, Gritos y Silencios”.

Afrolatinoamericanas. De voces, susurros, gritos y silencios es la puesta en escena de diversos textos históricos y poéticos escritos por mujeres afrolatinoamericanas que relatan las gestas, pasiones, pesares e ilusiones de las mujeres afrodescendientes de Argentina y Latinoamérica, desde la época de la esclavitud hasta nuestros días. Llegadas a territorio latinoamericano en los barcos esclavistas, secuestradas y privadas de todo libertad, estas mujeres lucharon, se rebelaron y tejieron estrategias que les permitieron no solamente sobrevivir sino rehacer sus vidas, entrelazándolas con la todo un país (y un continente) que aún no toma conciencia de su presencia ni de su historia, haciendo recaer sobre ellas el olvido, la discriminación y los prejuicios.

Sobre “Afrolatinoamericanas. De Voces, Susurros, Gritos y Silencios” (adicional).

La puesta abre con la imagen de Sarah Baartman, tristemente conocida como La Venus Hotentote, expuesta en ferias europeas para ser observada como un animal salvaje a principio del siglo XIX. Su fuerza y recuerdo unirá a las mujeres afrodescendientes a lo largo de la historia y del territorio. Cada afrolatinoamericana recibe este mensaje y, a su vez, en las manos de cada una el mensaje se resignifica. Pero estas mujeres no dejan de compartir con Sarah Baartman una situación de estereotipación e hipersexualización: son miradas, observadas, expuestas…. En este circo en el que sin quererlo las afrolatinoamericanas son protagonistas, irrumpen tiempos y espacios diversos trazando continuidades y rupturas.

Sobre Teatro en Sepia (TES).

Dirigida por la directora y actriz Alejandra Egido, trabaja desde las artes escénicas en pos de quebrar la histórica indiferencia y olvido de la presencia de los descendientes de esclavos en la Argentina, y de los afrodescendientes provenientes en migraciones pasadas o contemporáneas que habitan en este territorio. Aprovechando las actuales corrientes ideológicas y la nueva atención del Estado que abren fisuras en los discursos oficiales, tiene entre sus objetivos principales exponer a través del arte la problemática de la negación e invisibilidad afrodescendiente en un país que se considera exclusivamente “llegado de los barcos” que traían a los inmigrantes europeos a fines del siglo XIX.

TES apunta no sólo la producción artística per se sino también generar en la comunidad diversos grados de (auto) reflexión a través de la búsqueda y exploración de nuevos caminos expresivos. Que la compañía esté onformada por personas afrodescendientes y no afrodescendientes, artistas e historiadores que aportan tanto su memoria como rigor científico y una mirada crítica, apunta exactamente en esta dirección.

TES propone la ampliación del espacio escénico hacia la recuperación de las memorias, hacia la escucha a la oralidad y lo mítico, hacia la revisualización, hacia el re-conocimiento. En este sentido, interesa que el público se cautive a través del discurso poético del teatro, y reconozca el discurso dominante de blanquitud argentina que provoca tanto la invisibilidad y olvido general de lo negro, como la estigmatización y la discriminación. No se quiere una cristalización de exotismos, sino la creación de un espacio compartido de diálogo, de reencuentro de una narración reprimida, que muy pocos llevan consigo como “memoria” pero que la mayoría porta como “olvido”. Es un reencuentro que toma cuerpo, mente y palabra para cambiar nuestras percepciones y nos hace fluir más allá de los límites “raciales” impuestos desde los grupos de poder. Aspira -a través de la puesta en juego de los dramas sociales/performances- ganar espacio de discusión pública y, sobre todo, proveer herramientas de empoderamiento a la población marginalizada a través de la reflexión artística.

TES estrenó Calunga Andumba en el año 2010 en el Teatro Empire de Bs. As. y en 2011 en el Centro Cultural Raíces de la ciudad. Participó de La Noche de los Museos de la ciudad de Buenos Aires del año 2010 con una performance realizada en el Museo de la Mujer de la ciudad de Buenos Aires, titulada: Afrolatinoamericanas: de voces, susurros, gritos y silencios, también dirigida por Alejandra Egido. Esta performance se realizó también en 2011 en el Centro Cultural Petit Detall-El Agujero del Sur. En 2012, se estrenó una nueva puesta de la pieza ya como obra teatral, el Centro Cultural Raíces.

Ficha Técnica:

Dirección: Alejandra Egido.
Autoras: Alejandra Egido y Lea Geler.
Elenco: Carmen Yannone, Irene Gaulli, Silvia Balbuena, Anastacia Giménez y Natalia Morales.
Voz en off: Derli Prada.
Vestuario: Virginia Del Castillo.
Coreografías: María Zegna.
Diseño de Luces: Leandra Rodríguez.
Iluminador: Melina Rodriguez.
Filmación y edición de video: Natalia Morales e Ignacio López.
Diseño escenográfico: Fernando Diaz.
Guión y selección de textos: Alejandra Egido y Lea Geler.
Prensa & Difusión: Mariano Casas Di Nardo.
Teatro: La Manzana de las Luces, Sala La Ranchería, Perú 272, San Telmo, C.A.B.A, Argentina.
Funciones: Desde el 3 de mayo, todos los viernes a las 21hs.
Reservas: 4342.9930. Entrada: $60 (Descuentos para jubilados y estudiantes $40).
Estreno: 3 de mayo.
Finalización: Último viernes de julio.
La obra cuenta con el apoyo de PROTEATRO e institucional del INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) (Disp. 211/12). Y fue declarada de Interés Social y Cultural por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Exp. 3077-D-2012).
Hay buenas, inéditas y variadas fotos en alta y baja resolución. Para recibir más información, acreditación a las funciones, entrevista con su directora y/o elenco en persona y/o telefónicamente, comunicarse con Mariano Casas Di Nardo:
Mariano Casas Di Nardo – 15-50-19-2000 – 4931-8685.
PIN BLACKBERRY: 28feb3d1
Twitter: @MCasasDiNardo
e-mail: mcasasdinardo@speedy.com.ar // mcasasdinardo@gmail.com
Of: Humberto Primo 3207 (1224) – Barrio San Cristobal C.A.B.A, Argentina.