El antropólogo Pablo Cirio aseguró que el caso de los afroargentinos del
tronco colonial que fueron víctimas de la última dictadura cívico
militar debe analizarse en el marco de la “desaparición histórica” de
este grupo, cuyos miembros “antes habían sido desaparecidos de África y
de la historia oficial de nuestro país”.
“Ellos se asumen como `los primeros desaparecidos`. Y es que, visto
desde su perspectiva, que alguien que haya sido detenido-desaparecido en
la dictadura quizás no fue un hecho excepcional en su saga familiar,
sino la continuidad de un sometimiento a la ausencia que se remonta a su
misma existencia en América”, dijo.
Para Cirio, el secuestro y esclavización de personas en el África
subsahariana durante tres siglos y medio, la invisibilización y
silenciamiento de sus descendientes en América y su represión por la
última dictadura local representan distintos momentos de un mismo
proceso de “violencia de Estado sin interrupciones”.
De ella fueron objeto tanto los afroargentinos como los pueblos
originarios, con motivos económicos pero, también para la construcción
de un imaginario identitario culturalmente blanco.
“El Estado -tanto colonial como republicano- ha venido utilizado las
violencias física y simbólica para someter al silencio a enormes
contingentes de su población y para el aprovechamiento inescrupuloso de
los cuerpos con cualquier fin, y la irrupción del golpe cívico militar
del 76 no fue una excepción”, dijo a Télam.
Doctorando en Antropología de la UBA, Cirio dirige la Cátedra Libre de
Estudios Afroargentinos y Afrolatinoamericanos de la UNLP, en el marco
de la cual está realizando una investigación sobre los afroargentinos
del tronco colonial asesinados, detenidos y detenidos desaparecidos en
la última dictadura.
Aunque la investigación está en su inicio, ya está mostrando que “hubo
una saña especial contra ellos, por ser afrodescendientes”.
“Cuando hablamos de 30.000 desaparecidos hay que pensar que no estamos
frente a un conjunto uniforme de individuos y los criterios con que el
Estado operó la violencia tampoco lo fueron", aseveró.
"El accionar represivo obedeció a múltiples propósitos y el trato
negativamente diferencial que se propinó a quienes eran
afrodescendientes está aflorando en las historias de vida documentadas
como un dato no menor”, afirmó.
“No era lo mismo la detención-desaparición de un empresario, de un
estudiante de sociología o de un líder montonero si, además, era
afrodescendiente, había una saña especial”, contó.
Esto puede estar relacionado, según el especialista, con la confesada
extracción fascista de muchos represores pero fundamentalmente con el
propósito mismo de un proceso militar autodenominado “de reorganización
nacional”, pues remitía a un etapa “organizadora” anterior cuyo ideal
era una nación “europea, católica, blanca y capitalista”.
En este sentido, Cirio recordó al ex ministro del Interior durante la
dictadura, Albano Harguindeguy, quien en 1978 afirmó que la inmigración
africana debía ser de "cuño europeo, siempre y cuando pretendamos seguir
siendo uno de los tres países más blancos del mundo, pues significa una
gran ventaja en calidad humana, que tenemos incluso sobre las naciones
industrializadas”.
Transitando los estadios iniciales de su investigación, Cirio cuenta ya
con 10 casos en estudio y supone que “debe haber muchos más", incluso
del interior del país.
De este total, 9 tuvieron lugar en la ciudad de Buenos Aires y fueron
posteriores al golpe de estado. El otro se dio en la ciudad de Santa Fe
en 1975, pero enmarcado en la misma lógica represiva que dio sus
primeros pasos antes de la ruptura constitucional.
“En todos los casos, excepto uno en el que una madre y su hija fueron
llevadas `al voleo`, lo que motivó la violencia de Estado fue que vivían
activamente la vida social y política de la época: desde Montoneros o
participar en unidades básicas, hasta ser líder barrial para que el
municipio coloque cloacas”, dijo.
Y la resistencia que los afroargentinos del tronco colonial han ofrecido
a la violencia de Estado adoptó en ocasiones ribetes internacionales,
como queda demostrado en el caso del activista Enrique Nadal, quien fue
el padre del músico Fidel Nadal.
“No sólo estuvo detenido y fue torturado, sino que, una vez recuperada
la democracia, creó el Comité Argentino contra el Apartheid. Es decir
que hubo en algunas de estas personas un compromiso que iba más allá del
entorno local, en este caso abarcando la lucha de sus hermanos
sudafricanos”, dijo.
Otra cuestión interesante que apareció en algunas de las entrevistas
realizadas por Cirio a ex detenidos o familiares de asesinados y
detenidos-desaparecidos, es la relación entre la represión con la pena
padecida por sus ancestros esclavizados, que puede analizarse desde una
antropología de los sentidos.
“Hay un tema con la cuestión del vendaje al momento de la detención.
Orfilia Rivero, por ejemplo, quien estuvo detenida en la ESMA, me contó
que cuando fue vendada automáticamente se le maximizaron todos los demás
sentidos para tratar de no perder la orientación", señaló.
"Probablemente estamos ante un caso de reactivación de una memoria
corporal que se retrotrae a siglos, cuando sus ancestros fueron
secuestrados del África para emprender viajes de meses con destino
incierto para ellos”, dijo.
Fuente: http://www.telam.com.ar/notas/201308/30017-sobre-los-afroargentinos-detenidos-desaparecidos-el-antropologo-pablo-cirio-expreso-que-para-ellos-fue-mas-de-lo-mismo.html
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