Día de los Derechos Humanos, 21 de marzo de 2013 -La Mansión del Four Seasons, Cerrito 1455
Discurso de su Alteza Real Princesa Zenani Mandela
Embajadora de Sudáfrica en Argentina
Distinguidos invitados, damas y caballeros,
Hoy se recuerda el 17.o aniversario del Día de los Derechos Humanos
en Sudáfrica, un día que ha sido declarado Día Internacional de la
Eliminación de la Discriminación Racial, en honor y memoria de los
sudafricanos que fueron masacrados en Sharpeville, Sudáfrica, el 21 de
marzo de 1960, por manifestarse en contra de la ley de pases que los
obligaba a llevar documentos cada vez que ingresaban en áreas reservadas
para “europeos”. Tal era la brutalidad del Apartheid: una política que
fue declarada crimen contra la humanidad por la Asamblea General de las
Naciones Unidas.
Se ha dedicado este día a conmemorar el establecimiento de la
Comisión de Derechos Humanos de Sudáfrica (SAHRC, por sus siglas en
inglés). El objetivo de SAHRC es promover el respeto por los derechos
humanos, promover la protección, el desarrollo y consecución de los
derechos humanos, y monitorear y evaluar el cumplimiento de los derechos
humanos en Sudáfrica.
Sus Excelencias, damas y caballeros,
Es un gran honor para mí hablarles sobre un asunto que ha ocupado un
lugar muy cercano a mi corazón desde que tengo memoria. En toda nuestra
historia como seres humanos, nada ha sido tan importante en cada época
como los derechos humanos. Es el tema que ocupa páginas y páginas en
nuestros libros de historia y que también ha servido de inspiración a
nuestros más grandes poetas, cantantes, cuentistas, bailarines,
cesteros, y es así como debe ser.
Permítanme decir de entrada que para mí los derechos humanos nunca
han sido una noción abstracta, distante. Crecí en un hogar en el que las
ideas de justicia, equidad, dignidad y derechos humanos se inscribieron
en nosotros desde el momento en que empezamos a hablar. Mi padre y mi
madre han dedicado sus vidas a la causa de los derechos humanos, e
incluso la escuela secundaria a la que me enviaron fue elegida por su
compromiso con la idea de los derechos que pertenecen a cada ser humano.
Nada encuentra mayor eco respecto de mi propio sentido de la dignidad
que el Artículo 1 de la Declaración de Derechos Humanos, que dice:
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.
Pero el desafío no reside en expresar los derechos humanos en forma
elocuente, sino en la forma en que las personas los experimentan en su
vida diaria. Creo que es esto lo que dio origen a las Instituciones del
Capítulo 9 de Sudáfrica, que juntas aseguran que el Estado haga todo en
su poder para que las personas y los grupos de personas gocen de sus
derechos humanos.
Distinguidos invitados,
Me enorgullece el papel que Sudáfrica ha cumplido en liderar el
camino con su reconocimiento y celebración de los derechos humanos de
todos, sin distinción de raza, nacionalidad, religión, color,
orientación sexual o idioma. Cuando redactamos nuestra Constitución, lo
hicimos muy a sabiendas del lugar central que ocupa el respeto por los
derechos humanos universales para el establecimiento de una democracia
constitucional valiosa. La larga lucha por la democracia nos había
convencido de que nada excepto la libertad sin condiciones ofrecería la
clase de libertad que con tanto esfuerzo habíamos luchado por
materializar.
En nuestra búsqueda por ayudar a curar las heridas del país y lograr
la reconciliación de su pueblo revelando la verdad acerca de las
violaciones de los derechos humanos ocurridas durante el Apartheid,
Sudáfrica recurrió a la Comisión de Verdad y Reconciliación (TRC, por
sus siglas en inglés). La TRC fue un cuerpo similar a un tribunal que se
formó en 1995 en Sudáfrica. Se instruyó a la Comisión pronunciarse
respecto de lo que se había hecho, por quién y a quién, por qué y qué
iba a hacerse respecto de esos abusos del pasado en nuestro presente más
calmo. La experiencia de Sudáfrica resultó única porque el proceso no
se ocupaba sólo de otorgar amnistía a los perpetradores de los abusos
contra los derechos humanos; también buscaba dar voz a las víctimas y
preveía la indemnización y rehabilitación de las víctimas.
Subsiguientemente, Sudáfrica asistió a numerosos países africanos a
establecer sus propias TRC, sobre la base del entendimiento de que la
cura y la construcción de un país no es un hecho solo, sino un proceso
continuado.
Como es sabido, tanto Sudáfrica como Argentina padecieron sistemas
autoritarios en el pasado reciente, es decir, el sistema delApartheid en
Sudáfrica y la dictadura militar en Argentina, en que serias
violaciones a los derechos humanos fueron cometidas por parte de ambos
regímenes. En ese sentido, los Ministros de Relaciones Exteriores de
ambos países, en su reunión mantenida en noviembre de 2012,tomaron nota
de algunas exitosas áreas de cooperación entre ambos gobiernos, mientras
que también delinearon cuestiones clave que requerían de especial
atención para lograr una mayor profundización de la vibrante cooperación
en el campo mencionado.
Una de las áreas en las que mi país se propuso marcar una diferencia
inmediata fue en abordar los muchos años de inequidad de Género. Si bien
la Constitución declaraba la igualdad entre hombres y mujeres, así y
todo era importante asegurar que esta igualdad estuviese reflejada en
los hechos y no sólo en las palabras. Creo que es esto lo que ha hecho
posible que Sudáfrica designara mujeres para algunas de sus
instituciones clave, tanto públicas como privadas, incluido el sistema
judicial, la comisión electoral y el banco de reservas.
Me gustaría agregar que una de las cosas que considero fue muy
importante que hiciera Sudáfrica fue declarar en forma inequívoca que
Sudáfrica pertenece a todos los que viven en ella. Esto significa que
los refugiados y los que buscan asilo en nuestro país tienen acceso a
todo el abanico de derechos de que gozan los ciudadanos sudafricanos. Yo
creo que esto refuerza nuestra visión de que los derechos humanos no
son divisibles y que si no se dispensan a todos, una sociedad no puede
ser completamente libre, justa y democrática.
No hay duda de que construir y profundizar nuestra democracia
constitucional sigue siendo un trabajo en curso, pero sí creo que en 19
años, hemos logrado mucho de que enorgullecernos. Permítanme ahora
concluir con una nota personal y decir que es una profunda satisfacción
ver cómo el resto del mundo se ha convertido en un laboratorio global
para experimentar con el maravilloso sueño de una sociedad libre en la
que los Derechos Humanos figuran como un ingrediente clave de las
sociedades.
¡Muchas gracias!
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