Racismo
Lo vergonzoso no es el racismo expresado por estas “eminencias”
premiadas y galardonadas a nivel regional y mundial, sino que sus ideas
racistas y sus deseos supersticiosos fueron y son enseñados y asimilados
en los diferentes centros de formación/investigación como verdades
científicas. Los miedos y deseos de pensadores racistas, edulcorados con
tecnicismo científicos, se constituyen en verdades replicadas y
asimiladas por mestizos e indígenas en las universidades y centros de
investigación.
El fracaso de los diferentes proyectos de Estado nación en América
Latina plurinacional se debe, en buena medida, al racismo y a la ilusión
por la “sangre azul” que habitan y habitaron a muchos de sus
pensadores.
El racismo legitimado por la academia, en buena medida, fecundó
pensadores esquizofrénicos, avergonzados de sus genes indígenas,
ilusionados por la “blanquitud” aparente, condenados a la eterna ficción
y anomia existencial. Así, la condición de colonialidad remozada se
normalizó en la filosofía y ciencias sociales latinoamericanas.
Guatemala y el cotidiano racismo de sus intelectuales
La pasada semana, el octogenario “intelectual guatemalteco”, de
renombre internacional, Edelberto Torres-Rivas, en una entrevista
radial, en Guatemala, sentenció:
“Los indígenas son tristes y desconfiados”
(https://www.facebook.com/emisorasunidas/videos/10154103986523443/), y
lamentó que gente miserable de Las Hurdes, Extremadura, España, haya
sido quienes colonizasen Guatemala (hace cinco siglos) y no los
catalanes de piel más blanca y ojos azules.
El intelectual “progresista”, máximo consultor (casi vitalicio) de
PNUD, CEPAL, FLACSO, BM, etc., reiteró lo que sus predecesores
“intelectuales de renombre” ya habían instalado en el imaginario
colectivo hegemónico: Es la herencia genética y cultural indígena la que
traba y trabó el desarrollo de Guatemala.
Esta externalización del espíritu del prominente intelectual indica
no sólo la vigencia encubierta del vergonzoso deseo de la eugenesia
(para blanquear los policromáticos genes de guatemaltecos) instalado en
el espíritu del intelectual chapín, sino también que las políticas
públicas, los programas de cooperación al desarrollo y los contenidos de
la academia están definidos en buena cuenta por las supersticiones
(miedos y deseos) de intelectuales racistas.
La academia latinoamericana premia el racismo y censura la autenticidad
Las inconclusas historias de los países latinoamericanos están
empedradas de renombrados pensamientos racistas de prominentes filósofos
etnofágicos como Guillermo Francovich, Gabriel René Moreno (ambos en
Bolivia), José Vasconcelos (en México), Alejandro Deustúa (en Perú), por
mencionar algunos. Reconocidos y premiados literatos racistas (incluso
premios nobel) como el guatemalteco Miguel Ángel Asturias o el peruano
Mario Vargas Llosa, conforman la pléyade de las letras.
Lo vergonzoso no es el racismo expresado por estas “eminencias”
premiadas y galardonadas a nivel regional y mundial, sino que sus ideas
racistas y sus deseos supersticiosos fueron y son enseñados y asimilados
en los diferentes centros de formación/investigación como verdades
científicas. Los miedos y deseos de pensadores racistas, edulcorados con
tecnicismo científicos, se constituyen en verdades replicadas y
asimiladas por mestizos e indígenas en las universidades y centros de
investigación.
Organismo regionales y mundiales, que administran miles de millones
de dólares supuestamente para superar los males congénitos de los
“países subdesarrollados”, pagan y asumen los informes/ideas
prejuiciosas de estos pensadores como líneas científicas para sus
programas de desarrollo. Quizás por ello Latinoamérica continúa siendo
una de las regiones más desigual y racistas del mundo.
Informes de las consultorías de estos pensadores, incluso salen con
el rótulo de “interculturales” o “multiculturales”. Torres-Rivas
escribió un informe/cuaderno para PNUD, en 2005, titulado La nación
multicultural y el racismo. Esto es lo preocupante. ¿Será que lo hacen
inconscientemente?
Todas las políticas públicas eugenésicas (orientadas a aniquilar
genética y culturalmente a los pueblos indígenas), en los diferentes
países latinoamericanos, estuvieron y están orientadas y fundamentadas
en las “verdades científicas” formuladas o copiadas por intelectuales
habitados por el racismo y el deseo iluso por la “sangre azul”.
Las guerras de exterminio contra pueblos indígenas, como el genocidio
en Guatemala, estaban fundamentadas en “fórmulas científicas” de
intelectuales, discípulos de Joseph Arthur de Gobineau.
No se puede, ni se podrá, democratizar a los países latinoamericanos,
culturalmente megadiversos, premiando el racismo y a sus ideólogos.
Como tampoco las y los indígenas despiertos estaremos dispuestos a
continuar sometidos a los estados etnofágicos.
En otros términos, mientras el racismo esté académicamente premiado,
socialmente permitido, y políticamente establecido en las instituciones
públicas y privadas, jamás habrá democracia integral para nadie, mucho
menos estabilidad para el mal desarrollo de las élites privilegiadas.
Fuente: https://ollantayitzamna.wordpress.com/2016/12/08/latinoamerica-y-el-racismo-de-sus-intelectuales/
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