Entrevista Nengumbi con Paul Byrne

Buenos Aires, Argentina Diciembre 2009

sábado, 31 de marzo de 2012

Intervención del Dr. Martín A. Arias Duval en la presentación del “Informe sobre las Migraciones en el Mundo 2011″.

El día 12 de Marzo de 2012 se efectuó la presentación del informe global sobre las migraciones 2011. Esta presentación tuvo lugar en el Auditorio el Instituto del Servicio Exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación-, y fue encabezada por William Lacy Swing, director general de la OIM; Pablo Tettamanti, titular de la Dirección de Organismos Internacionales de Cancillería; y Martín A. Arias Duval, director Nacional de Migraciones del Ministerio del Interior.

Para IARPIDI nos pareció muy pertinente la inteventción del Director Nacional de Migraciones y dicidimos difundirla debido a su impacto para el público argentino.

Quiero agradecer a la Chancillería Argentina y a la Oficina Regional de la Organización Internacional para las Migraciones, por la gentil invitación para participar y hacer uso de la palabra en esta presentación del Informe sobre las Migraciones en el Mundo 2011: Comunicar Eficazmente sobre la Migración.

Así también, expresar el beneplácito de la Dirección Nacional de Migraciones por la visita a nuestro país del Director General de la OIM William Lacy Swing, a quien le damos una muy cordial bienvenida.

Durante el pasado año 2011 se dieron a conocer en la Argentina los primeros resultados del Censo Nacional de Población llevado a cabo en el ano 2010.

En un articulo publicado el 2 de septiembre de 2011 en el diario “Pagina/12” bajo el titulo “La inmigración rejuvenece al país”, se recordaba que la primera oleada masiva de inmigración extranjera en la Argentina se produjo entre 1894 y 1914, y que en ese año, los extranjeros componían el 29,9% de nuestra población.

Se consignaba también que en 1947 la proporción de extranjeros llegaba al 15,3%, y en 1960 al 13%; mientras que, en 2010, la proporción de extranjeros era de apenas el 4,5% del total de habitantes del país.

Paralelamente, algunos otros diarios, periodistas, y dirigentes políticos –algunos de ellos con responsabilidades de gobierno-, se referían reiteradamente a la “invasión de extranjeros” y a la “inmigración descontrolada” en la Republica Argentina.

Por otro lado, los datos del Censo 2010 dieron cuenta que la mayor concentración de inmigrantes se presentaba en el grupo de los 20 a los 29 años de edad, mientras que diez años antes, en 2001, tal concentración se daba en el grupo de los 50 a 54 años.

Según la misma encuesta, apenas el 8,31% de la población tiene entre 0 y 4 años de edad, mientras que el 10,2% de la población supera los 65 años, observándose una tendencia al descenso en el índice de la población joven y al ascenso en la población de adultos mayores. Forzoso es concluir entonces que en un contexto de reducción de la tasa de natalidad y de mayor expectativa de vida, la migración joven contribuye a sostener el sistema evitando el fenómeno del envejecimiento de la población que tantas naciones enfrentan.

Un informe de la consultora Pisos Mora y Araujo publicado en el diario “El Cronista” aquél mismo día, afirmaba que el 61% de los argentinos considerábamos que hay demasiado extranjeros en nuestro territorio, y que era ésta la causa de los problemas que pueden presentarse en el transporte público, y los servicios de salud y educación. Además, siempre según ese informe, los argentinos creemos que la cantidad de extranjeros es la que dificulta la búsqueda de trabajo a los nacidos y criados en Argentina.

Los resultados del Censo antes comentados dan cuenta del desacierto de la opinión pública en cuanto a la percepción de la cantidad de extranjeros en nuestro territorio, y su incidencia en los problemas del transporte, la salud o la educación, a la vez que brinda información que pone de manifiesto la contribución objetiva de la población migrante a la composición demográfica de nuestro país y sus correlato en el sostenimiento de la economía.

La distorsionada percepción que suele tenerse en torno a las Migraciones, es fundamentalmente consecuencia de la falta de información fidedigna, y a inadecuadas estrategias de comunicación por parte de políticos, funcionarios, técnicos, investigadores, organizaciones no gubernamentales, y migrantes en general.

El informe sobre las migraciones en el Mundo 2011: Comunicar Eficazmente sobre la Migración, constituye una valiosa herramienta para reducir ese nivel de percepción errónea acerca de los migrantes y de la migración, permitiendo resaltar los beneficios ésta, y pensar políticas migratorias eficaces y eficientes que permitan gobernar el fenómeno, enfrentando los desafíos que nos presenta un mundo cada vez más complejo y dinámico.

La República Argentina ha reformulado su política migratoria en el año 2004 abordando el fenómeno desde una perspectiva realista y de integración de las personas, basada en el reconocimiento del derechos a migrar, acompañando el proceso de integración regional iniciado a partir del Acuerdo del MERCOSUR, y respetando acuerdos internacionales suscriptos por nuestro país en materia de protección de derechos.

A partir de un convenio firmado con la Dirección Nacional de Migraciones, en pocos días más la OIM dará a conocer un primer informe sobre el impacto de las migraciones en la Argentina a la luz de esta nueva normativa, que complementará el que hoy se presenta y que pretendemos que contribuya a la construcción –en nuestro país- de un nuevo discurso sobre la cuestión migratoria.

Será nuestra contribución para la construcción de una sociedad más inclusiva, más justa, y solidaria.

Muchas gracias.

Dr. Martín A. Arias Duval,
Director Nacional de Migraciones, Ministerio del Interior





miércoles, 14 de marzo de 2012

Los Afro argentinos y la Justicia Social

La presencia afro en la identidad nacional argentina siempre ha sido objeto de un debate permanente a nivel nacional como internacional, necesitando de este modo que serias investigaciones ocurrieran para subsanar las informaciones contradictorias al respecto para poder llegar a la verdadera identidad nacional argentina, la cual incluye la población procedente de áfrica subsahariana, es decir áfrica negra. Tras rescatar la presencia afro como uno de los componentes poblacional argentino, es importante hacer referencia a sus aportes y contribuciones en la construcción del país y abordar lo relacionado a la justicia social de este fragmento poblacional.

El censo llevado a cabo por Juan José de Vértiz y Salcedo en 1778 arrojaba resultados con una presencia afro muy elevada en las provincias de mayor producción agrícola: el 54% en la provincia de Santiago del Estero, el 52% en la provincia de Catamarca, el 46% en la provincia de Salta, el 44% en la provincia de Córdoba, el 42% en la provincia de Tucumán, el 24% en la provincia de Mendoza, el 20% en la provincia de La Rioja, el 16% en la provincia de San Juan, el 13% en la provincia de Jujuy, el 9% en la provincia de San Luis.1 En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la población afro representó el 30% del total durante la presidencia de Juan Manuel de Rosas. En la actualidad se estima que los afro descendientes representan aproximadamente el 2% de la población argentina, pero este porcentaje hubiese sido superior a 4% si los afro descendientes residentes en ciudades con una población mayor a 50.000 habitantes hubiesen sido censado como teniendo raíces afro en el censo nacional de 2010.

Respecto a los aportes y contribuciones en la construcción de la Argentina, los africanos como esclavizados, se destinaron a las labores de agricultura, ganadería, el trabajo doméstico y en menor medida la artesanía. En las zonas urbanas, muchos desarrollaban labores de artesanía para la venta, cuyos réditos percibían sus patrones. Adicionalmente, en condición de esclavizados, libertos o inmigrantes, los afro argentinos aportaron mucho en la construcción de Argentina como lo señaló Jorge Miguel Ford en “Los Miembros Sobresalientes de mi Raza” donde da perfiles de catorce afro argentinos, de los cuales seis estaban en las fuerzas armadas (Lorenzo I. Barcala; Domingo Sosa; Felipe Mansilla; Casildo Thompson; Eduardo Magee; José María Morale), dos eran compositores (Federico Espinosa, Zenón Rolón), dos eran intelectuales (Froilán P. Bello; Casildo G. Thompson); uno era un filantrópico (Eugenio Sar); uno era escriba (Tómas B. Platero); uno era periodista (Manuel G. Posadas) y uno era poeta (Horacio Mendizábal). Muchos otros aportaron y siguen aportando en otros aspectos y sectores de la sociedad argentina, pero con una fuerte invisibilización de sus aportes y de ellos mismos como una manifestación deliberad y notable del racismo en Argentina como lo ha manifestado la Dr. María José Lubertino cuando era presidente del INADI, “Los afros en la Argentina han sido invisibilizados y hoy siguen invisibles. Este es el resultado de un proceso de diáspora producido por el esclavismo y su transformación en servidumbre… La actual estratificación social los ubica en la pobreza”

En cuanto a la justica social, la historia de la esclavitud misma y los maltratos recibidos por integrantes de la comunidad afro durante y después de la abolición de la esclavitud demuestran la violación sistemática de sus derechos fundamentales (políticos, civiles, económicos, sociales y culturales) que revela la notable injusticia social que caracterizó y caracteriza a esta comunidad en Argentina.

El concepto de la injusticia social puede evocarse cuando no todas las personas dentro de una sociedad tienen acceso igualitario a las instalaciones, servicios, sistemas, beneficios dentro de esa sociedad y en el caso de la comunidad afro, esto se caracteriza por no tener acceso igualitario a varios de sus derechos fundamentales, principalmente la educación, el empleo decente y estable, la vivienda digna, derechos políticos ubicándola en la situación de marginalidad y pobreza permanente. Esta injusticia social fue y sigue siendo producto de los sistemas políticos y conductas culturales y sociales que prevalecen en nuestro país por considerar que los afros no deben ser tratados con dignidad humana (algo difícil de crear o de reconocer por distintos motivos).

A través la III Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación racial, la Xenofobia y la Formas Conexas de Intolerancia (septiembre 2001) se consideró como delitos de lesa humanidad, los tratos inhumanos infligidos a integrantes de la comunidad afro por intermedio de la esclavitud y el racismo, y esto implicaría que Argentina como país había incurrido en estos delitos. Por lo tanto en función de la injustica padecida por integrantes de esta comunidad y en sintonía con los instrumentos internacionales y nacionales de derechos humanos se explicaría la necesidad imperativa y urgente de reparación de dichas injusticia en pos de la construcción de una sociedad igualitaria.

La protección, promoción y defensa de los derechos humanos es la responsabilidad de los Estados a través de sus distintos organismos desde la nación hasta los municipios, con el involucramiento de todos los sectores de la sociedad (partidos políticos, empresas privadas, escuelas, sindicatos, universidades, iglesias, hospitales, etc.) y de la ciudadanía. Es en este contexto que las Naciones Unidas habían proclamado en 2007 el 20 de febrero de cada año, como Día Mundial de la Justicia Social, considerándola “un principio fundamental para la convivencia pacífica y próspera” y que constituye “el núcleo su misión global para promover el desarrollo y la dignidad humana”. La justicia social tiene entonces por objetivos principales: “erradicar la pobreza y promover el empleo pleno y el trabajo decente, la igualdad entre los sexos y el acceso al bienestar social y la justicia social para todos”.

En términos concretos, la argentina tiene una deuda pendiente con la comunidad afro y el momento ha llegado para que la sociedad con las directrices y colaboración de los gobernantes empiece a deshacerse de esta deuda. Para ello, se podría recurrir a las siguientes sugerencias:
Realizar un censo que permita identificar a integrantes de la comunidad según su lugar de residencia, ¿en qué condiciones viven? ¿Cuáles son sus niveles de educación?, ¿Cuáles son sus necesidades educativas?, ¿Cuáles son sus posibilidades de empleabilidad y reinserción profesional y/o laboral?, ¿Cuáles son sus necesidades de vivienda, de salud, de otros servicios básicos? Esto le permitiría al Estado determinar o identificar prioridades, es decir necesidades, para luego diseñar con la colaboración y participación de los interesados y otros organismos la política social adecuada y específica para la comunidad. Luego, habrá que disponer de todos los recursos necesarios (recursos humanos, financieros, técnicos, institucionales, etc.) para la implementación de la dicha política social y colaborar en el control, ejecución y evaluación de los resultados. Esto se resumiría en la elaboración e implementación de un Plan Nacional de Acciones Afirmativas como recomendado en las Conclusiones y Resoluciones de la Conferencia de Durban para identificar necesidades, atenderlas creando oportunidades económicas y prosperidades, y garantizando los derechos.

Me gustaría terminar este artículo con la observación de Alejandro Solomianski en Identidades secretas: la negritud argentina, donde resalta que “permanentemente hubo un grupo opresor (Euro-argentino) identificado con un concreto sistema ideológico-cultural (euro centrista capitalista) y diversos grupos oprimidos”1. El autor sigue y dice: “en gran medida la historia de la negritud argentina es también la historia de la blanquedad argentina, aunque no queramos verla en tanto tal o aunque ésta se nos auto presente, como la única argentinidad”2.


Por. Nengumbi C. Sukama
Presidente IARPIDI.

viernes, 2 de marzo de 2012

El negro Barcala

Por: Rogelio Alaniz

Cuando Facundo Quiroga derrotó a Lamadrid en la batalla de Ciudadela decidió fusilar a todos los oficiales prisioneros. Se dice que de los 33 oficiales, 31 fueron pasados por las armas. Dos salvaron sus vidas. Uno fue Pedro Morat que se escapó aprovechando la distracción de un centinela y el otro el coronel Lorenzo Barcala. Barcala era el único negro con rango militar. En realidad fue el único negro en la historia patria que llegó a coronel, grado que le otorgó el general Paz en el campo de batalla.

A Quiroga le debe haber llamado la atención que un negro sea coronel o tal vez fue el azar el que determinó que decidiera conversar con uno de los prisioneros condenados al paredón. El diálogo entre Quiroga y Barcala es leyenda. No hay documentos que verifiquen su existencia real pero, como dijera el periodista de la célebre película de John Ford, “Cuando en el Lejano Oeste la historia y la leyenda se confunden lo que importa es escribir la leyenda”.

Se cuenta que Facundo lo encaró a Barcala y le preguntó a boca de jarro: “Si usted estuviera en mi lugar ¿qué haría?”. Quiroga esperaba la respuesta previsible de un condenado a muerte: el perdón, la clemencia, la piedad o algo parecido. Sin embargo Barcala sin bajar la vista le respondió: “Fusilarlo en el acto”. Dicen que los ojos de Quiroga brillaron debajo de sus cejas espesas. Los que lo conocían sabían que ese brillo era el anticipo de una decisión temible y sobre todo imprevista. Quiroga se acercó a Barcala y en voz alta para que todos escuchen dijo: “Entonces desde hoy usted será mi ayudante”.

¿Quién fue Barcala? ¿Cómo fue posible que un negro llegara a ejercer el grado de coronel otorgado por el oficial más brillante de la historia nacional? ¿Es verdad que era tan popular entre la tropa? ¿Es cierto que además de valiente era inteligente y culto? ¿Dónde termina la historia y empieza la leyenda?

Según se sabe, Barcala pudo haber nacido en 1893 ó 1895 en Mendoza. Sus padres eran negros africanos. Conoció la esclavitud desde niño, aunque en Mendoza el trato a los esclavos era relativamente benigno, sobre todo si se lo comparaba con el que recibían -por ejemplo- en Brasil o en los países donde predominaba la economía de plantación. Barcala fue liberado de la esclavitud en 1813. Su amo se llamaba Cristóbal Barcala. Era un acaudalado comerciante de la ciudad que no sólo le dio la libertad, sino que además le permitió usar el apellido.

Cuando San Martín llegó a Mendoza, Barcala ya era soldado. San Martín le encargó que organizara el regimiento de negros, tarea que cumplirá al pie de la letra, porque ya para entonces es un personaje popular entre la tropa y, muy en particular, entre sus paisanos negros. No se sabe con certeza por qué Barcala no se sumó al Ejército de los Andes, aunque sí se conoce el aprecio que le tuvo San Martín.

Para 1819 y 1820 ya estaba metido de lleno en las guerras civiles de donde nunca más saldrá. En la crisis de 1820 peleó bajo las órdenes del general Bruno Morán y luego del general José Albino Gutiérrez. Entonces su grado militar era el de sargento y en esas refriegas ganará un ascenso y una medalla por haber luchado contra “la anarquía”.

Unos años después lo encontramos en Cuyo al lado del fraile Aldao y enfrentado al político sanjuanino Salvador María del Carril. Ya para entonces lo conoce a Lavalle y en un escenario donde la división entre unitarios y federales era cada vez más tajante, él ya está identificado con la causa unitaria. Su posicionamiento no es ni ideológico ni doctrinario. Como la mayoría de los protagonistas de aquellos años, su alineamiento se realiza atendiendo las luchas facciosas locales.

En 1826 está en Brasil y pelea bajo las órdenes del coronel Ramón Bernabé Estomba. En la batalla de Punta del Este es tomado prisionero y trasladado a Río de Janeiro. Su situación será particularmente difícil por su condición de negro en un país esclavista. Su prisión en Brasil se prolonga hasta el fin de la guerra. Sus biógrafos aseguran que aprovechó el “tiempo libre” de preso para estudiar.

Cuando en 1828 regresa Buenos Aires con la mayoría de los oficiales que pelearon en esa guerra, no tiene reparos de participar en el derrocamiento de Dorrego. Decide luego ponerse bajo las órdenes del general Paz. Como soldado del célebre Manco pelea en las batallas de San Roque, La Tablada y Oncativo. Los ascensos a teniente coronel primero y a coronel después los gana en el campo de batalla. Paz lo considera uno de sus oficiales más inteligentes y decididos. Según Sarmiento, Barcala fue el nexo entre el general Paz y el pueblo. “Fue el genio inspirador de las nobles ideas entre la gente del pueblo y fue el propagandista sincero de los principios del orden y la cultura entre las masas”. Agrega luego Sarmiento: “Paz llevaba consigo un intérprete para entenderse con las masas cordobesas ¡Barcala!”.

En los ejércitos de la revolución y en las guerras civiles la participación de los negros fue importante. Se estima que en algún momento llegaron a representar al treinta por ciento de la tropa. Exageraciones al margen, lo cierto es que no fueron pocos. Es muy probable que muchos hayan creído en los ideales de la independencia, aunque tampoco se debe descartar que la gran mayoría se movilizaba por las promesas de libertad o, como dijera Borges, por la incitación al peligro. Los regimientos de pardos y morenos fueron importantes, pero, hay que agregar, importantes para los dos bandos, ya que los godos también contaban con la contribución de los negros. En nuestra modesta historia, la leyenda recuerda al negro Falucho y su épica en el Callao. Se habla del negro Antonio Videla que peleó en el sitio de Montevideo. Y no mucho más. De todos, Lorenzo Barcala fue el más famoso y, de alguna manera, el más auténtico. Enredado en las guerras civiles nunca salió de ellas y terminó siendo una víctima más de un proceso implacable que exterminaba sin piedad a sus propios protagonistas.

Después de sumarse al estado mayor de Quiroga, se mantuvo leal a su flamante jefe hasta la muerte de éste en febrero de 1835. La sucesión por el liderazgo de Quiroga dio lugar a una feroz guerra civil en el noroeste entre los principales caudillos de entonces: los hermanos Aldao en Mendoza, Martín Yanzón en San Juan, Brizuela del Moral en La Rioja y Alejandro Heredia en Tucumán. El que se quedará con el trono vacante será Heredia, aunque no por mucho tiempo. En el camino serán ejecutados o muertos en el campo de batalla los principales caudillos. El propio Alejandro Heredia, unos años después, será asesinado en una emboscada en la estuvieron comprometidos los jóvenes unitarios. La guerra civil era una impiadosa máquina de picar carne.

Barcala en esos años está alineado con Yanzón y su enemigo declarado es el fraile Aldao. Cuando se inicia la disputa por la sucesión del poder en Cuyo, Yanzón y su ministro pensante Domingo Oro desde San Juan lo movilizan a Barcala contra Aldao. Los sanjuaninos son derrotados en el campo de batalla. Se inicia entonces una tensa negociación entre Oro y Aldao. Aldao promete olvidar la afrenta si le entregan a Barcala. Si esto no ocurre amenaza invadir San Juan y no dejar títere con cabeza. Ante semejante perspectiva, Oro no duda un instante: entrega a Barcala.

Así se arreglaban las diferencias entonces. Entre el fraile apóstata y borracho y el muy culto y distinguido Oro no había en el fondo grandes diferencias. Y si las hubo Barcala no las pudo llegar a apreciar. Al negro de Paz lo trasladan a Mendoza engrillado. Aldao organiza un simulacro de juicio y Barcala es fusilado el 1º de agosto de 1835. Tenía cuarenta años y la oportunidad que le dio Quiroga no se la dio el temible fraile. El juez que presidió el tribunal se llamaba Timoteo Maradona y es probable que haya sido bisabuelo de don Laureano Maradona, cuya familia es de origen cuyano.

La carta de despedida, Barcala se la envió a él. “Cuando esta carta llegue a sus manos yo ya no existiré. Estoy en capilla y mañana a las once seré ejecutado. La amistad que he tenido con usted y toda su casa espero que sirva para que haciendo los mayores esfuerzos mande mi equipaje a mi desgraciada familia. Así se lo suplica su atento y desgraciado amigo”. Barcala vivió y murió como un valiente. La misma suerte corrió su hijo Celestino treinta años después, cuando fue fusilado luego de la batalla de Pozo de Vargas por Felipe Varela.

Fuente: http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2010/07/28/opinion/OPIN-05.html

Facundo Quiroga y José Felix Aldao. El primero le perdonó la vida a Barcala, el único negro con rango militar en la historia nacional. El segundo, lo mandó a fusilar.